miércoles, noviembre 19, 2025

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    Bajo el cielo del Oeste salvaje

    Viajar es un antídoto contra la rutina: reconstruye, inspira y nos incita a soñar en grande. Así se siente recorrer el salvaje Oeste. Al presenciar cómo las cordilleras nevadas se dibujan imponentes en el horizonte mientras son acariciadas por las nubes, no solo se amplía la vista, sino también la mente.

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    Para quienes vivimos en ciudades y estamos acostumbrados al ruido y a la rapidez, llegar a Alberta es un cambio de escenario donde el tiempo corre distinto. 

    Esta provincia no solo destaca por ser una de las más grandes de Canadá; también es conocida por esa calidez del Oeste que hace que los visitantes se sientan como en casa siendo abrazados por esa famosa amabilidad que caracteriza a los canadienses.

    Durante el esperado verano, los lugareños salen a hacer senderismo, acampar y disfrutar al aire libre, lo que nos recuerda que la vida no siempre tiene que ser agitada: a veces, simplemente puede ser bonita.

    Por supuesto, no se puede esperar una filosofía distinta cuando tienes a las Montañas Rocosas extendiéndose como un majestuoso patio trasero.

    Moraine, Emerald y Louise. No solo son de los lugares más fotografiados de Canadá; cada lago destaca por tener su personalidad: desde el turquesa de Louise hasta el verde esmeralda de Moraine, son los escenarios perfectos para momentos inolvidables.

    Esta cadena montañosa que se extiende desde Canadá hasta Nuevo México es indiscutiblemente uno de los escenarios naturales más imponentes del continente americano. Su magia trasciende fronteras y tiempos geológicos, e invita a los viajeros a perderse entre bosques infinitos y lagos que parecen irreales.

    Entre los destinos más fotografiados que rodean las Montañas Rocosas se encuentran los lagos: Louise, Moraine y Emerald. Si alguna vez viste una postal de Canadá que te dejó sin aliento, es muy probable que haya sido tomada en uno de ellos. Aun así, puedo asegurar que ninguna foto les hace verdadera justicia. Caminar por los senderos y presenciar cómo las aguas cambian de color dependiendo de la luz y los ángulos es una experiencia deslumbrante. A su vez, sentir cómo el olor a pino deja de ser algo lejano —un simple spray o ambientador que tendemos a comprar en temporada navideña— para convertirse en una fragancia natural que renueva los sentidos… es de otro mundo.

    Y ahora, la incógnita principal: ¿se puede nadar en esos lagos color turquesa? Técnicamente sí, no hay ninguna prohibición formal, pero es prudente guardar precaución, ya que permanecen extremadamente fríos durante todo el año. Después de todo, estamos hablando de aguas que provienen directamente del deshielo glaciar. Aunque es un hecho que permanecer demasiado tiempo sumergido en estos lagos puede llegar a ser un desafío para el cuerpo del ser humano, no es completamente fuera de lo común escuchar historias sobre viajeros intrépidos que se han atrevido a zambullirse solo para poder contar la experiencia. Aun así, generalmente, la mayoría de los visitantes se atiene a sumergir los pies o a tocar la superficie con la mano, completamente movidos por la curiosidad.

    Así que, en lugar de lanzarte al agua, quedarte en tierra firme también es una opción válida. Si en algún momento compraste botas o un sombrero de vaquero por impulso y quedaron en el olvido en alguna parte de tu clóset, desempólvalos: es el momento ideal para usarlos.

    Naturaleza como filosofía. El reencuentro con la flora y la fauna es parte del itinerario. Las Montañas Rocosas son un verdadero santuario silvestre que da hogar a especies como los osos ‘grizzly’, alces, lobos, águilas calvas, búhos, castores, zorros rojos, entre otros.

    Cada año, durante inicios del mes de julio, locales y miles de viajeros de todas partes del mundo se reúnen para honrar el legado de la cultura western. Entre artesanías, desfiles, historias contadas por los nativos americanos, música en vivo, tradicionales juegos de feria, atracciones emblemáticas y el famoso evento de rodeo anual —considerado por los habitantes del área como el “Carnaval de Canadá”— se celebra una experiencia única que mezcla historia, raíces cowboy y el espíritu festivo de la región.

    Y si entre tanto entusiasmo te da hambre, no hay nada más apropiado para la ocasión que un buen poutine: un plato típico canadiense que consiste en papas fritas cubiertas con gravy y trozos de queso cheddar fresco en cuajada. Aunque esta combinación de ingredientes puede llegar a sonar un poco inusual, su sabor es exquisito y, además, es una propuesta gastronómica que puede recrearse fácilmente en casa en cuestión de minutos.

    Estaciones que transforman la experiencia

    ¿Cuál es la mejor época del año para viajar a este destino? Es importante tener presente que la estación que elijas transformará tu experiencia por completo y depende fuertemente de lo que busques como viajero.

    Generalmente, cuando pensamos en Canadá la imagen que suele venir a nuestra mente es la clásica postal invernal: nieve que cae alrededor, pistas de ski, snowboard y tazas de chocolate caliente frente a la chimenea. Si eso suena como tu tipo de paraíso y una experiencia que te gustaría vivir, el invierno es tu momento ideal. Destinos como Banff en Alberta y Whistler en British Columbia, donde cada detalle de sus construcciones ha sido cuidadosamente curado para adoptar lo mejor de las villas alpinas, son lugares perfectos para experimentar ese auténtico winter wonderland

    Otra alternativa favorita de los turistas que deciden visitar la región durante esta época del año es salir en búsqueda de auroras boreales. Un recordatorio importante: realmente no hace falta salir del continente americano para contemplar las maravillas del cielo ártico. Entre los paisajes de ensueño de Jasper, tienes la posibilidad de acampar mientras ves las famosas luces del norte.

    En la otra mano, si el frío realmente no es lo tuyo, el verano es tu mejor aliado. El clima es templado, agradable y perfecto para aventuras outdoor: remar en kayak por los lagos glaciares, hacer senderismo entre montañas o, con algo de suerte, avistar osos grizzly en expediciones.

    Ciertamente es una propuesta diferente que ofrece días más largos y luminosos.

    Desde las flores silvestres que pintan los suelos hasta las águilas calvas que sobrevuelan los cielos de los valles, indiscutiblemente el reencuentro con la flora y la fauna es de las mejores partes del itinerario si decides visitar el país bajo el sol del verano.

    Independientemente de la estación del año de tu escogencia, el salvaje Oeste no te decepcionará y sí te recordará cada momento que hay belleza en la calma y un sentimiento de confort inigualable cuando, como seres humanos, retornamos a nuestras raíces: la naturaleza. 


    Fotos Pexels

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