Después de una hora y media, y muy cerca de Logroño (al norte de España) se encuentra una de las bodegas más icónicas de La Rioja: Marqués de Murrieta. La entrada se hace a través de una calle, que te lleva a circular unos minutos
entre viñedos, y te obliga a ambientarte de manera rápida. Nos esperaba Sara Barrío, del departamento de visitas, quien amablemente fue nuestra anfitriona en el
magnífico recorrido, contándonos todos los detalles de la historia de la bodega y la elaboración de sus caldos.
Para mí, esta es una bodega de referencia por muchos motivos, además de los puntajes máximos alcanzados por sus vinos, fue la primera bodega de La Rioja en exportar sus vinos en 1852; su entorno idílico rodeado de viñedos y las instalaciones donde se mezclan los orígenes junto a las recientes ampliaciones para aumentar su producción, nos introdujeron en un recorrido inolvidable.
- 100 puntos PARKER para su vino blanco Castillo de Ygay Gran Reserva Especial.
Cosecha 1986.
Durante el recorrido, recibimos toda clase de explicaciones de todo el proceso, y fuimos visitando cada una de sus estancias necesarias para la elaboración de sus apreciados vinos. Tenía muchas ganas de llegar a mi parte favorita, que inicia cuando llegamos a la gran sala de barricas, donde con una temperatura controlada y casi a oscuras, “duerme” el vino en barricas de roble francés y americano que al paso del tiempo lo convierten en un verdadero lujo.
- El mejor vino del mundo por The Wine Spectator para su vino tinto Gran Reserva Especial 2010.
Y así, hasta que llegamos al corazón de la bodega donde guardan como si de joyas se tratara, las selecciones de vinos de cosechas históricas que datan desde 1870, y como no, las añadas reconocidas como el mejor vino del mundo. La travesía vitivinícola no podía terminar sin un maridaje acertado, y aunque la bodega no tiene restaurante, en su espectacular sala de catas sí disponen de una cocina y chef donde nos prepararon la ‘pareja perfecta’ para acompañar la degustación de vinos seleccionada.
Como final y despedida de esta visita inolvidable, nos permitieron continuar un rato en su tienda, donde entre anécdotas con otros visitantes, por cierto preguntando interesados por Panamá, catamos algunos vinos más.
Por supuesto salimos con un gran recuerdo para compartir:
una botella de Castillo de Ygay Gran Reserva Especial 2010, catalogado como el mejor vino del mundo.