Buenas, quiero anunciar y confesar que soy dueña de una perrita. Ahora, la Mismita es pet friendly. Esta es la primera vez que soy dueña de una mascota. O sea, de pequeña tuve perros, tortugas y pericos, pero eran de la casa. Y no recuerdo haber pedido mascota jamás. El simple hecho de que era una responsabilidad extra ya no me llamaba la atención. Desde pequeña soy muy práctica, y si sabía que me daba pereza bajarla, cuidarla, quererla, pues mejor lo evitaba. O sea que nunca pedí la mascota específicamente. ¡Claro! Cuando tuvimos perros los cuidé y los adoré. Pero no eran míos propios, sino de la familia.
O sea, que esta es LA PRIMERA vez que tengo mascota, propia, mía, personal.
Lo hice por los niños, ya que ambos pedían mascota. Y como ya han crecido y ahora hablan menos y salen más, madres de niños me recomendaron que me comprara una mascota porque siempre me iba hacer sentir bienvenida y acompañada en casa.
Pero son una extensión de la familia y es inevitable amarlas y consentirlas
Entonces escuché consejo y compramos un perrito. Créanme que me dieron la opción de adoptar. Pero aún no he llegado a ese nivel de FRIENDLY, ya que entiendo que esos perros raza SORPRESA son muy agradecidos y protectores. Pero yo vivo en apartamento y no saber hasta qué tamaño crecerá no era una opción. Preferí comprar sabiendo de la raza y conociendo a los papás de la cachorra. A modo tía yeyé cuando dicen “¿HIJO DE QUIÉN?”. Bueno, así andaba yo preguntando por los acudientes de la cachorrita con foto y papeles. Al final, compramos una perrita chiquitita. Pasaron los meses y no crecía. Dudamos y hasta nos preguntamos si habíamos comprado un hámster o una cachorrita. A punta de vitaminas y diferentes tipos de comida hemos logrado que la niña crezca fuerte.
Ahora soy la pet lover de la cual siempre me burlé. No solo paseo en bici con mi perrita en la canastita, la entro a los almacenes cuando hago mandaos, me regreso a casa directo del trabajo en vez de quedarme en happy hour, porque me da pesar que ha estado sola todo el día. Y ahora mi perrita tiene cepillo y shampoo de $20 cada artículo. Viene un chico a peinarla. O sea, su trabajo es peinar perros con lavanda y música relajante. Y usa una técnica que los deja fluffy sin jalarle y asustarle. Mientras que mis hijos y yo misma tenemos shampoo genérico comprado en el súper y conditioner con agua para mayor rendimiento. Y andamos despelucados forever por la vida.
Entonces sí, confirmado. Hay más actividades y pleitesías para la cachorrita que para mí. Y todo lo que puedo decir es que la amo. Que ni de viaje me quiero ir para no dejarla sola. No vaya a ser que se deprima en soledad. Y reitero: Dios castiga lengua. O más bien: Por la boca muere el pez. Así&Asá, la realidad es que una mascota es un hijo más. Que consume tiempo y te llena de ansiedad y amor. Siendo un miembro de familia adquirido y en este caso por voluntad propia. Solo me queda decir ¡guau guau!
Fotos cortesía Mónica Gúzman Zubieta