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    Panamá y Brasil construyen un puente estratégico global

    La visita de José Raúl Mulino a Brasil y su encuentro con Luis Inácio Lula da Silva abre un capítulo de cooperación histórica. Panamá ofrece estabilidad y conectividad; Brasil aporta dinamismo económico: juntos forjan un eje regional en logística, energía, agroindustria y tecnología.

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    El encuentro entre el presidente panameño, José Raúl Mulino, y su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, no fue simplemente un acto protocolario. Representó, más bien, la confirmación de que las relaciones entre Panamá y Brasil comienzan a convertirse en una apuesta de desarrollo conjunto, sobre todo en un escenario internacional en el que las alianzas estratégicas se pactan a gran velocidad.

    El acercamiento entre ambos países abre una ventana de oportunidades no solo comercial, sino también de cooperación en múltiples dimensiones. Panamá, con su vocación histórica de plataforma logística y financiera, y Brasil, con el peso de ser la mayor economía de América Latina, poseen complementariedades naturales. Mientras el primero se consolida como hub de conectividad y seguridad jurídica, el segundo ofrece el dinamismo de su agroindustria, su industria aeronáutica, su liderazgo energético y su base tecnológica en expansión. La suma de ambas fortalezas puede convertirse en un eje transformador para toda la región.

    Mulino y Lula apostaron durante su encuentro por una cooperación más allá de los discursos. Comercio marítimo, desarrollo agrícola, sostenibilidad y nuevas inversiones brasileñas en Panamá fueron los temas centrales. La declaración conjunta apuntó hacia la construcción de un puente estratégico capaz de trascender fronteras.

    Una visión institucional y un puente empresarial

    La presidenta de la Cámara de Comercio e Industria Brasil-Panamá, Janaina Tobia Quisinski, lo resume con claridad: “La relación puede evolucionar hacia un vínculo estratégico en servicios financieros, logística avanzada, tecnología e incluso turismo. Panamá no solo es un punto de tránsito, sino una plataforma estable, con marcos regulatorios claros y regímenes especiales que permiten a las empresas brasileñas establecer centros regionales, desarrollar investigación y manufactura ligera”.

    La personera hace hincapié en que, si bien la relación bilateral históricamente ha estado marcada por un comercio de bienes donde Brasil tiene un peso significativo, el futuro está en ampliar el alcance hacia servicios de alto valor agregado. “Panamá puede convertirse en la base desde donde empresas brasileñas no solo vendan productos, sino que gestionen sus cadenas de valor internacionales. El país cuenta con un ecosistema pensado para la expansión: economía dolarizada, estabilidad política, incentivos competitivos y una conectividad única en el continente”.

    Uno de los puntos que resalta es la posible incorporación de Panamá como miembro pleno del Mercosur. Hoy, el país figura como Estado asociado, pero dar el salto representaría un cambio de escala en las relaciones comerciales. “La plena incorporación de Panamá al Mercosur ampliaría el alcance regional del bloque y fortalecería los lazos con Brasil. Esto abriría un marco más robusto para la cooperación, facilitaría el acceso a mercados y permitiría diseñar proyectos conjuntos que potencien tanto el comercio como la inversión bilateral en un entorno más integrado”, asegura.

    Para la Cámara, este escenario daría a los empresarios brasileños una plataforma que no solo conecte con Centroamérica y el Caribe, sino que les abre las puertas de América del Norte, Europa y Asia a través de Panamá. Tocumen, con más de 90 destinos directos, se convierte en pieza clave, al igual que los cables submarinos que posicionan al país como hub digital. “Brasil puede utilizar la conectividad panameña como un trampolín natural. Hablamos de vender servicios, exportar innovación y utilizar el istmo como vitrina regional”, añade.

    La Cámara también resalta sectores donde la alianza puede transformarse en proyectos concretos: la aviación y mantenimiento aeronáutico, la agroindustria, la transición energética y la tecnología aplicada. “Existen oportunidades claras para crear polos regionales de excelencia. Imaginemos un centro de innovación agroalimentaria en Panamá utilizando la experiencia brasileña en trazabilidad, o un laboratorio de energías renovables donde ambos países aporten sus fortalezas. Eso es lo que entendemos por cooperación estratégica”, afirma Tobia Quisinski.

    Más allá de los negocios, la presidenta de la Cámara insiste en tres ejes que deben marcar el rumbo: sostenibilidad, innovación y educación. “Si pensamos en una relación a largo plazo, debemos incluir la agenda climática, la transformación digital y la capacitación de talento humano. La sostenibilidad es un tema en el que Panamá ya está tomando liderazgo, con la descarbonización como meta nacional. Brasil, con su experiencia en biocombustibles y energías renovables, es un socio natural en esta ruta”.

    Panamá emerge como plataforma estratégica para empresas brasileñas, con estabilidad, seguridad jurídica y conectividad que trasciende fronteras comerciales.

    En materia educativa, visualiza alianzas académicas y programas de intercambio especializados. “Hay espacio para construir un puente en formación tecnológica, en energías limpias, en gestión logística avanzada. El capital humano es la base para que estas alianzas no se queden en papeles, sino que se traduzcan en resultados”.

    En paralelo a la visión institucional, la mirada empresarial añade una visión estratégica sobre la proyección de ambas naciones. El abogado y empresario brasileño Matheus Scremin Santos destaca: “La relación entre Panamá y Brasil vive un momento de gran fortalecimiento. Panamá ofrece un hub logístico y financiero estratégico, mientras Brasil aporta el dinamismo de la mayor economía de América Latina. Juntos, generamos oportunidades únicas para empresarios e inversores”.

    Scremin lidera un esfuerzo por convertir esta coyuntura en acciones concretas. A través de Scremin Global Advisors (SGA), que abrirá operaciones en Panamá próximamente, y su firma Matheus Santos Abogados (MSA) en Brasil, prepara una delegación de empresarios e inversionistas que incluirá farmacéuticas, compañías electrónicas, desarrolladores inmobiliarios, constructoras, arquitectos y médicos. “Panamá se consolida como la puerta de entrada al mundo para empresas brasileñas, con estabilidad, seguridad jurídica y ventajas fiscales. Es un puente natural que conecta Brasil con América del Norte, Europa y Asia”, afirma.

    La narrativa empresarial se alinea con la institucional, pero aporta el matiz de inmediatez: hay compañías preparando su entrada, hay sectores concretos que ya ven en Panamá un socio estratégico, y hay planes para que las primeras delegaciones desembarquen pronto en el país.

    Lula y Mulino fortalecen la relación Panamá–Brasil con nuevas apuestas comerciales y de cooperación estratégica.

    Sectores de convergencia y una mirada de futuro

    La complementariedad entre Panamá y Brasil abre posibilidades en varios frentes que, al combinar fortalezas, pueden escalarse a nivel regional.

    Brasil es líder regional en aviación, con empresas de clase mundial, y Panamá se ha apuntalado como hub de mantenimiento aeronáutico. La unión de capacidades podría dar lugar a un polo regional de excelencia, con impacto directo en empleo y transferencia de conocimiento. En agroindustria, con Brasil a la vanguardia en productividad agrícola y Panamá como laboratorio logístico para el Caribe y Centroamérica, se abre la posibilidad de aplicar innovaciones en trazabilidad y seguridad alimentaria. El resultado: cadenas más eficientes y resilientes.

    En energía, Panamá, país carbono negativo con una hoja de ruta de mercado de carbono, es un socio natural para proyectos de biocombustibles, energías renovables y eficiencia energética. En este terreno, la experiencia brasileña puede potenciar iniciativas conjuntas en transición energética. En tecnología, los cables submarinos y centros de datos panameños ofrecen una plataforma robusta para que empresas brasileñas expandan sus servicios digitales. Fintech, investigación aplicada y soluciones en ciberseguridad encuentran aquí un terreno fértil.

    También la infraestructura y la construcción se perfilan como espacios de cooperación, con la llegada de delegaciones brasileñas que incluyen constructoras y arquitectos, que amplían el espectro de proyectos urbanos y de desarrollo. Y en turismo, donde Brasil tiene un enorme mercado emisor, Panamá puede convertirse en destino estratégico al tiempo que sirve de puente hacia el Caribe.

    Los beneficios de este acercamiento no se limitan a las empresas. El crecimiento de los lazos Panamá-Brasil puede traducirse en empleos de calidad, innovación tecnológica y alianzas educativas. “Estamos convencidos de que el futuro de la relación Panamá–Brasil será cada vez más estratégico. Empresarios de ambos países tienen la oportunidad de construir alianzas sólidas y sostenibles que trascienden fronteras”, afirma Scremin.

    El crecimientode los lazos Panamá–Brasil impulsa inversión,
    empleo e innovación en sectores clave como energía,
    tecnología, infraestructura y agroindustria.

    La Cámara Brasil–Panamá refuerza esa visión. “Nuestra misión es pasar del networking a la concreción de acuerdos. Por eso organizamos misiones empresariales, foros sectoriales y espacios de conexión entre gobiernos y compañías. El reto es que estas iniciativas no se queden en diagnósticos, sino que generen proyectos reales que impacten en la región”, explica su presidenta.

    Además de los retos regulatorios, Tobia Quisinski subraya la importancia de cultivar una mayor cercanía cultural entre Panamá y Brasil. “No basta con abrir mercados, hay que construir confianza mutua y entender la manera como ambos países hacen negocios”, asegura. Para ella, la Cámara puede desempeñar un papel pedagógico, generar espacios de diálogo intercultural, programas de inmersión idiomática y talleres de adaptación para ejecutivos y técnicos brasileños que desembarquen en Panamá. Esta dimensión humana, muchas veces subestimada, puede marcar la diferencia entre un acuerdo exitoso y una oportunidad perdida, porque detrás de cada tratado o inversión están las personas que lo hacen posible.

    Persisten, sin embargo, desafíos pendientes. Panamá debe seguir modernizando procesos regulatorios mediante la digitalización de permisos y certificaciones, así como acompañar culturalmente a los equipos brasileños que decidan establecerse en el país. La balanza comercial actual también muestra desequilibrios: Panamá importa más desde Brasil de lo que exporta hacia ese mercado. Para equilibrar la relación, será necesario potenciar exportaciones de servicios panameños en logística, turismo y tecnología, además de diversificar el portafolio de bienes.

    El horizonte, pese a estos retos, es claro: Panamá y Brasil no se limitan a un intercambio de mercancías, sino que avanzan hacia una alianza estratégica integral. Con un contexto político favorable, un andamiaje institucional en expansión y un tejido empresarial comprometido, ambos países pueden consolidar un eje de crecimiento con proyección global.

    Como resume Janaina Tobia Quisinski, “Panamá es mucho más que un canal o un hub aéreo: es una plataforma integral para crecer en Centroamérica y el Caribe. Con economía dolarizada, seguridad jurídica, conectividad superior e incentivos competitivos, el país ofrece un entorno sólido y atractivo. Aquí se combina calidad de vida con un ecosistema empresarial diseñado para que la inversión brasileña prospere con visión de largo plazo”.

    La visión compartida de Mulino y Lula, acompañada por el impulso de empresarios y el liderazgo de instituciones como la Cámara, abre un capítulo en el que Panamá y Brasil se convierten no solo en socios, sino en arquitectos de un puente económico, logístico y social que apunta a transformar la región.


    Fotos de Aris Martínez

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