lunes, octubre 13, 2025

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    Liderar en la incertidumbre con confianza y propósito

    En un mundo dominado por riesgos interconectados y desinformación, el liderazgo auténtico exige valentía, empatía y apertura al cambio. La certeza paraliza, mientras que la incertidumbre abre camino al aprendizaje, la innovación y la confianza colectiva.

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    El costo oculto de la certeza

    “La certeza es cómoda, pero en la incomodidad de lo incierto es donde florecen el coraje y la innovación”. Esta frase del autor y emprendedor Sahil Bloom resume un dilema silencioso que enfrentamos quienes lideramos en contextos cada vez más complejos: la necesidad de actuar con firmeza cuando el terreno está lleno de niebla.

    En América Latina, y especialmente en Panamá, las tensiones sociales, los riesgos climáticos, la polarización y la crisis de confianza están redefiniendo las reglas del juego. La desinformación se ha consolidado como uno de los cinco riesgos más graves para la gobernanza y la cohesión social a nivel global, según el Informe de Riesgos del Foro Económico Mundial. Y el mismo foro advierte de que los próximos diez años estarán dominados por riesgos interconectados que escapan a cualquier plan predecible.

    Pero, aquí está la paradoja: mientras buscamos certeza, lo que el momento nos exige es liderar desde la vulnerabilidad informada. Reconocer que nos falta información, que no vemos claro el panorama, que no tenemos todas las respuestas, no nos debilita; al contrario, humaniza nuestra voz y fortalece nuestra conexión con equipos, comunidades y aliados.

    Liderar en la incertidumbre exige visión y valentía para cuestionar lo establecido, para atreverse. Hoy, la empatía, la agilidad, la capacidad de escucha y articulación, y el pensamiento crítico, son las competencias más urgentes para construir futuro.

    “No lideramos con respuestas perfectas, sino con la capacidad de adaptarnos, escuchar y construir confianza en medio de la incertidumbre que desafía lo predecible”.

    En lugar de buscar certezas absolutas, podemos cultivar tres principios clave:

    • Valorar el aprendizaje sobre el control: cada decisión imperfecta, si se asume con transparencia, es una oportunidad para crecer. El liderazgo no es una serie de respuestas correctas, sino una capacidad para adaptarse, comunicar y corregir.
    • Diseñar estrategias con propósito, no sólo con metas: las empresas y organizaciones que alinean su acción con un impacto social concreto generan confianza incluso cuando los resultados económicos fluctúan.
    • Comunicar desde la autenticidad: en un mundo saturado de desinformación, las personas buscan voces confiables. No se trata de tener todas las respuestas, sino de mostrar el compromiso de construirlas colectivamente.

    La confianza se construye en la coherencia. Y la coherencia empieza por atrevernos a decir: “No tengo certeza absoluta, pero tengo el compromiso de liderar con responsabilidad, con apertura para adaptarme al cambio, con curiosidad genuina para aprender cosas nuevas y, sobre todo, colocando siempre a las personas en el centro de cada decisión, para incluir en vez de excluir”. Ese es el liderazgo que transforma.

    Hoy, más que nunca, Panamá necesita liderazgos valientes que abracen lo incierto como una oportunidad de construir en positivo. Desde el sector público, el empresarial, el tercer sector, el académico o el comunitario, cada persona tiene un rol en reconstruir la confianza que permita imaginar futuros mejores y posibles.

    La certeza es cómoda, pero muchas veces conduce a la pérdida de oportunidades y de valor. El futuro se construye con la valentía de la gestión de la incertidumbre.


    * La autora es partner de KOMUNIKA Latam

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