Cuando Annie Canavaggio empezó a investigar sobre el proceso de recuperación del Canal de Panamá, lo hizo con una convicción: “Yo siempre pensé que esta parte de la historia la gente la sabía”. Pero, pronto se dio cuenta de lo contrario. Lo que ella creía que era conocimiento común —la estrategia diplomática de Omar Torrijos, su gira internacional para ganarse aliados, la importancia del 9 de enero— era, para muchos panameños, una zona borrosa, poco enseñada, casi olvidada. Ahí entendió que tenía una gran responsabilidad.
El proyecto nació con una ambición formal muy clara: “Yo quería contarlo todo con archivo y con las voces de los periodistas”, explica. “Pero eso es bien tenaz. Tienes que encontrar que el periodista diga lo que tú quieres que diga”. Y Annie no estaba dispuesta a “hacer cuadrar” su relato. Así empezó una búsqueda casi arqueológica de imágenes, audios, fotografías, registros, voces.
La investigación arrancó antes de la pandemia, con un guion trabajado en conjunto con el cineasta Vicente Ferraz. “Yo le mandaba libros, le contaba, le decía por dónde quería ir… y él contextualizaba todo. Le daba forma”, recuerda. El equipo se completó con Leida Nápoles, una editora cubana que Annie define como “una genia de las imágenes”, y Richard Córdoba, sonidista y músico colombiano, quien además ayudó con la investigación en los Archivos Nacionales de Washington, la Biblioteca del Congreso y el Centro Carter.
Pero, no todo salió como se esperaba. El primer corte del documental duraba casi cuatro horas. “Era muy plano. Hasta yo me dormía”, admite Canavaggio con honestidad. “Y si yo me duermo, estamos mal”. La pandemia obligó a pausar el proceso durante un año, y ese espacio le permitió repensar el enfoque. Se empezaron a sustituir los audios costosos por entrevistas con los propios negociadores de los tratados Torrijos-Carter, que terminaron siendo el nuevo hilo conductor. También se sumaron filmaciones contemporáneas en Coclé y la ciudad de Panamá para entrelazar pasado y presente.
El resultado es un documental que se resiste a ser etiquetado. “No filmé a nadie hablando sentado. No existe eso. Y por eso la historia se cuenta así, desde el ritmo, desde la imagen, desde la emoción”. Para Annie, la clave de una buena edición es que no se note: “Tú no dices ‘qué lindo esto’, tú simplemente lo sientes. Sientes el conjunto”.
Trump y su amenaza ‘Vamos a recuperar el Canal’
En pleno proceso de posproducción y cuando todo parecía estar casi listo para tener su lanzamiento “para junio o septiembre” como recuerda Annie, apareció una figura inesperada que marcó el pulso final del lanzamiento: Donald Trump.
“Cuando Trump empieza a hablar del Canal en diciembre, para mí fue como el inicio de la campaña de mercadeo”, dice Annie entre risas. “Pensé que iba a parar, pero siguió y siguió. Yo dije: ‘esto no puede esperar más”.
La presión pública creció rápidamente. “Abrimos una página en Instagram y la gente no paraba de escribirnos: ‘¿Para cuándo la película? ¿Para cuándo?”. El estreno tuvo que ajustarse —incluido un pequeño desliz al programarlo inicialmente en Carnaval—, pero una vez en cartelera, el fenómeno fue imparable.
Filmado entre archivos históricos y localizaciones en Panamá y Coclé, ‘Hijo de Tigre y Mula’ revive con emoción la lucha por el Canal, hilando pasado y presente con poderosa narrativa.
“Las salas están llenas. Logramos algunos días ser los primeros en taquilla en Panamá. La gente sale emocionada, me abrazan, lloran, agradecen que uno haya traído esta parte de la historia de vuelta”. Annie va a las funciones, presenta la película, se mezcla con el público. Es testigo directo de la conexión emocional que genera la obra.
Pero el impacto no se limita a los adultos. La directora ha impulsado matinés educativas para jóvenes y adolescentes. “Los pelaítos se quedan impresionados por cómo se cuenta. No es el típico documental donde alguien habla y tú ves una foto. Aquí no sabes cuándo es archivo, cuándo es imagen real. Les gusta la música, el ritmo, la forma”. La intención detrás de estas funciones es clara: construir memoria donde hay vacío.
“El documental juega con pasado y presente. Vas del archivo a lo actual. Eso es lo que nos gusta. Es un viaje”, afirma. El viaje ha sido tan poderoso que, por momentos, ha vencido en taquilla a grandes producciones de Hollywood. En esas contradicciones hermosas que tiene a veces la vida, Hijo de Tigre y Mula venció a Capitán América en la taquilla. Panamá 2, Estados Unidos 0.

Un documento histórico valioso
Más allá de lo cinematográfico, el documental de Canavaggio cumple una función profundamente política y pedagógica. “Yo lo llamo el aula de cine”, afirma con convicción. “Es una herramienta para recordar lo que fuimos, lo que nos costó recuperar el Canal. Y para que los más jóvenes entiendan que hubo sangre, sudor y lágrimas detrás de eso”.
Annie pone un ejemplo que ha repetido frente a estudiantes: “¿Ustedes saben cómo empezó esto? Con la bandera. ¿Y saben qué edad tenían esos muchachos que la alzaron? 16, 17, 18 años. Eran ustedes. Eran como ustedes. Pero no se identifican. No dicen ‘ese que está allá puedo ser yo”.
Para ella, la gran deuda está en la educación. “No podemos esperar a que los abuelos y los padres lo cuenten todo. Si no lo oyeron en la escuela no lo van a saber. Y eso es lo que me duele”.
El documental rescata también figuras clave como Omar Torrijos, un personaje muchas veces reducido a simplificaciones ideológicas. “Él no improvisó. Tenía una estrategia. Viajó por el mundo. Fue a Sri Lanka, a Libia, a Israel. Se reunió con presidentes, preparó el terreno. Supo cuándo moverse. Y cuando Carter llegó, ya todo estaba listo. Eso es lo brillante de Torrijos”.
Una de las frases del general rescatadas en la película resume, para Annie, toda su visión de estadista: “Un político piensa en las próximas elecciones. Un estadista piensa en el futuro”. Porque, sí, el documental es historia, es archivo, es emoción… pero también es espejo. Uno que nos obliga a preguntarnos cómo fue posible y si aún tenemos esa capacidad de mirar más allá del corto plazo.
“Hay cosas que no se pueden relativizar”, dice Canavaggio. “Esta es una de ellas”.
Ficha técnica
Directora:
Annie Canavaggio
Guionistas:
Annie Canavaggio
Vicente Ferraz
Fotografía:
Carlos Arango de Montis
Diseño de Sonido y Composición Musical:
Richard Córdoba
Montaje:
Leyda Nápoles Viant
Productor:
Maria Neyla Santamaría
Duración:
70 min
Fotos cortesía y AFP