Por Patricia Aramburu
Fotos David Mesa

«Sus obras son una invitación a explorar nuevos territorios, a reflexionar sobre nuestras propias vivencias y a imaginar otros mundos llenos de detalles y sutilezas”.
Encuentro con su destino
En 1971 Bassan ganó el primer premio de la Bienal Centroamericana de Arte y el mundo artístico estaba a su disposición. Recibió becas y oportunidades que suelen llegar una vez en la vida. Tenía 21 años y podía tomar dos caminos: el del arte o el de emprender la tradición familiar de estudios en el extranjero.
Durante 50 años, con una exitosa carrera de negocios y su más preciado logro: su familia, tomaron prioridad en su vida, pasando el arte a un segundo plano.
El renacimiento de sus ideas llegó en 2019, cuando viajó a Venecia, una ciudad a la cual siempre regresa a buscar inspiración. Un reencuentro con el arte durante ese mes cambió todo. Fue su mágica visita al Museo Guggenheim en Venecia donde tuvo un encuentro con la obra de Castellani, que era muy similar a la obra que había ganado el primer premio en 1972, lo que desencadenó una serie de sensaciones en Bassan que no tenía otra solución que empezar a crear de nuevo. Desde entonces, no ha mirado hacia atrás.
En esa ocasión conoció a la curadora del museo con la que inició una amistad y quedó inmerso en ese mundo de obras e historia, perdiendo el temor y la inseguridad de regresar a ese mundo que había dejado.
En ese viaje le dijo a su esposa, “si yo no me pongo a pintar seriamente no creo que pueda seguir viviendo, porque es lo único que quiero hacer”.

A su regreso a Panamá, con el nido vacío y el arte en la sangre, armó su estudio y comenzó a plasmar sus creaciones en lienzos, llevando así sus bocetos desde el papel a la realidad artística. Desde entonces, su vida ha estado inmersa en el mundo de la pintura y se siente más vivo y ocupado que nunca.
Comprometiéndose a pintar todos los días, Bassan transformó sus bocetos en obras de arte concretas. En la actualidad, la pintura no solo es su pasión, sino también su ocupación principal. A sus 72 años de edad, se encuentra listo y entusiasmado como un niño volviendo a descubrir el mundo, esperando con ansias lo que el destino le depare.








Nessim Bassan celebra el renacimiento de su carrera artística con una exhibición individual en la galeria Norha Haime, en Nueva York, a partir del 9 de noviembre de 2023.
Norha y Nessim: Un dúo destinado
Norah Haime reflexiona sobre su propio viaje para convertirse en una reconocida galerista y destaca que no ha sido un camino fácil. Sin embargo, su talento y experiencia la han convertido en un referente de la industria del arte. Representar a un artista es como un matrimonio. En América Latina, la mayoría de los negocios de arte son liderados por mujeres y eso, asegura Haime, es una ventaja a la hora de manejar artistas.
“Mientras más uno planea, la vida más se la cambia”, reflexiona al recordar sus pininos en el mundo del arte.
Mi mamá es coleccionista y yo la acompañaba a comprar arte, de ahí aprendí todo lo que sé”, recuerda con nostalgia. “Un día me presentó a un galerista parisino que me ofreció sociedad. ¿Yo? Volverme un payaso para vender arte, nunca… en la vida nunca hay que decir nunca, acabé con galería”.
Pero con el tiempo, se dio cuenta que su gusto no era compatible al de su madre y se abrió camino sola. “Lo bueno de no haber trabajado en una galería antes es que no sabía que había que especializarse… entonces me hizo ser muy ecléctica. En el caso de Nessim, le propuso trabajar en exclusiva… con la excepción de Yaco Art Gallery, que fue el primero que le hizo una exposición en Panamá y eso en la experiencia de Haime merece agradecimiento.
“Tener una galería no es fácil”, asegura… “estamos vendiendo algo que nadie necesita. Uno debe creer demasiado en un artista para mostrarlo, para hacer una exposición individual. Todo lo que yo muestro tiene pasión y el arte de Nessim tiene pasión”, finaliza Haime, quien en sus 40 años de carrera como galerista tiene una lista de reconocidos artistas bajo su manga, como Sophia Vari, el colombiano Álvaro Barrios, entre otros.
“Estoy más feliz que nunca en mi vida”, asegura bassan mientras hace un recorrido por el ático de su residencia en el barrio de paitilla, que se ha convertido en su estudio, su lugar sagrado. Un desorden ordenado le rodea mientras da vida a sus bocetos. Cada obra de arte lleva un minucioso trabajo de ensamblaje y todas van cubiertas de acrílico.
Obras que conectan
Desde su retorno al mundo del arte, Bassan ha sido elogiado por los más importantes curadores y coleccionistas de la región.
Recientemente presentó una exhibición individual titulada “Nessim Bassan, cincuenta años” en el Museo de Arte de San Salvador, donde la acogida y las críticas fueron abrumadoras. En el catálogo de la exhibición su obra fue descrita como un puente entre las construcciones visuales y las situaciones de la vida diaria. Sus pinturas, ya sea de manera sutil como en “Picaflor suspendido frente a mi ventana” o con formas más evidentes como en“Tienda de licores de la calle cuarta”, “invitan a reflexionar sobre nuestras propias vivencias y relaciones personales. Cada trazo y color parece contar una historia que resuena en nuestro interior”.
El viaje artístico de Nessim Bassan ha sido un camino de redescubrimiento, un renacimiento de una pasión que se encontraba dormida y vuelve a la vida en la Galería Norah Haime de Nueva York, donde su obra podrá ser apreciada y admirada por amantes del arte de todo el mundo. En sus creaciones encontramos un eco de la vida misma, recordándonos que el arte está lleno de sorpresas y oportunidades para reinventarnos.