Rodolfo Flores
“Aprendemos a cuidar cuando entendemos. Y entendemos cuando alguien nos enseña a mirar”. La frase, pronunciada por Rodolfo Flores al recibir el Premio Pilares del Biomuseo 2025, resumió el espíritu de una ceremonia donde la ciencia fue protagonista. El galardón reconoció su trayectoria como investigador, docente y divulgador del conocimiento científico en Panamá.

El acto, celebrado en el Biomuseo, reunió a representantes del ámbito académico, ambiental y cultural. La distinción destacó la labor de Flores en la promoción de la conservación de la flora nacional y su capacidad para acercar la ciencia a las nuevas generaciones. Con una carrera de más de veinte años, su trabajo combina la taxonomía, la educación y la comunicación como herramientas para despertar la conciencia ambiental.
Instaurado en 2024, el Premio Pilares del Biomuseo busca honrar a personas que contribuyen de forma excepcional a la divulgación científica y a la protección del patrimonio natural y cultural del país. En su primera edición, el galardón fue entregado a la doctora Indra Candanedo, especialista en ecosistemas de manglar. En 2025, el jurado —integrado por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, la Senacyt y la propia Candanedo— eligió a Flores por unanimidad.
El director ejecutivo del Biomuseo, Víctor Cucalón Imbert, manifestó que muchas personas en Panamá trabajan para difundir la ciencia, aunque no siempre reciben el mérito que merecen. “Este premio es nuestra manera de honrarlas y motivarlas a continuar”.

Un puente entre ciencia y sociedad
Botánico de formación y docente de la Universidad de Panamá, Rodolfo Flores ha dedicado su carrera al estudio de la diversidad vegetal del país y al descubrimiento de nuevas especies. Fue becario de la Senacyt, que le permitió cursar una maestría en estudios de flora tropical y, desde entonces, ha participado en múltiples proyectos de investigación en colaboración con instituciones nacionales e internacionales.
Sin embargo, su contribución más distintiva ha sido la divulgación. A través de redes sociales y conferencias, Flores traduce la complejidad de la botánica con un lenguaje comprensible. “No me preparé formalmente en comunicación, pero descubrí que la ciencia debe llegar más allá del laboratorio”, comenta. “Si la gente entiende lo que tiene, lo valora. Y cuando lo valora, lo cuida”.

Esa convicción lo llevó a desarrollar una forma de comunicación científica cercana, especialmente dirigida a jóvenes. Publica datos curiosos sobre plantas nativas, explica procesos ecológicos y promueve la conservación desde la emoción. En paralelo, lidera un proyecto de forestería que busca recuperar suelos degradados con especies frutales locales, vinculando ciencia y sostenibilidad económica.
El jurado destacó esta capacidad de integrar investigación, docencia y divulgación, convirtiendo el conocimiento en una herramienta de impacto social. “Flores ha logrado inspirar a una nueva generación de estudiantes con conciencia ambiental y respeto por la biodiversidad”, constó en el acta de selección.
Durante la ceremonia, la doctora Alicia Ibáñez, mentora y colega, recordó los primeros años de trabajo en el campo: “Lo conocí en 2009 cuando era estudiante de último año. Desde entonces su entusiasmo era evidente. Trepaba árboles con una libreta en la mano y una curiosidad infinita. Esa energía sigue intacta”.

Para Ibáñez, lo que distingue a Flores no es solo su conocimiento técnico, sino su deseo de compartirlo. “Ha contribuido con miles de registros botánicos, pero su mayor aporte es lograr que la gente vuelva a mirar las plantas”, afirmó.
El Premio Pilares del Biomuseo se ha consolidado como una plataforma para visibilizar la ciencia como parte de la identidad nacional. Para Pilar Alemán, miembro fundadora del museo y patrocinadora del galardón, este reconocimiento busca conectar el conocimiento con la sociedad. “Queremos seguir distinguiendo a personas e instituciones que promuevan la conservación y la educación ambiental”, explicó. “Rodolfo Flores representa el mensaje del museo: Panamá es el museo que nos toca custodiar a todos”.
El evento, que reunió a aliados del sector académico y ambiental, fue también un recordatorio de la importancia de apoyar la ciencia de manera sostenida. Flores lo expresó con claridad en su discurso: “El aporte económico del premio es vital, porque permite seguir investigando, movilizarse y trabajar en equipo. Pero, más allá del dinero, este gesto envía un mensaje: la ciencia necesita respaldo constante”.

Durante la ceremonia, Flores recordó el papel de su familia,
mentores y colegas, a quienes agradeció por acompañarlo
en cada etapa de su trayectoria científica.
Su intervención, lejos de centrarse en lo personal, tuvo un tono colectivo. Agradeció a sus mentores, colegas y familia, y subrayó que todo logro científico es resultado de un esfuerzo compartido. “Aunque este premio es individual, también es de muchos”, dijo. “Todos estamos hechos de historias. Cada una de ellas contribuye a lo que somos”.
El Biomuseo, por su parte, reafirmó con esta segunda edición su papel como institución que combina arte, arquitectura y ciencia para generar conciencia ambiental. “El museo no solo exhibe biodiversidad, la conecta con la ciudadanía”, explicó Cucalón Imbert. “Premiar a un divulgador como Rodolfo es también una forma de extender esa misión más allá de nuestras paredes”.
El reconocimiento a Flores invita a reflexionar sobre el papel de la ciencia en Panamá. En un país con una de las mayores concentraciones de biodiversidad del continente, su labor demuestra que el conocimiento no es patrimonio exclusivo de los especialistas, sino un bien público. Divulgarlo, compartirlo y hacerlo accesible es parte del mismo compromiso de conservación.
“Este premio es una felicidad colectiva”, concluyó Flores al cerrar la jornada. Lo dijo con serenidad, sabiendo que su trabajo apenas comienza. En esa afirmación se resume el sentido de toda una carrera: la ciencia como servicio.
Fotos de Aris Martínez y cortesía



