Debo confesar que es la primera vez que un hotel histórico me envuelve en su legado. He visitado palacios y castillos majestuosos, pero ninguno me ha fascinado tanto como Cliveden House.
Lo que alguna vez fue el hogar de un príncipe de Gales, tres condes, un duque y la prestigiosa familia estadounidense Astor, es hoy sinónimo de grandeza y misterio.
Mi atracción por Cliveden surgió a partir del libro Las amantes de Cliveden: Tres siglos de escándalo, poder e intriga en una mansión inglesa, de la periodista británica Natalie Livingstone, que revela la historia de las mujeres influyentes que vivieron aquí y dejaron su marca en la historia política y social británica.
Entre sus páginas descubrí intrigas palaciegas, romances prohibidos, pactos secretos, escándalos y tragedias, que alimentaron mi deseo de conocer esta imponente mansión victoriana de estilos italiano y palladiano inglés.
Desde sus jardines, se aprecia la imponente mansión de Cliveden, de estilos italiano y palladiano inglés. A lo lejos, la torre del reloj, de inspiración renacentista italiana, añade un distintivo elegante a esta casa señorial.
Intrigas, escándalos y poder
A solo 40 minutos de Londres, entre los condados de Buckinghamshire y Berkshire, Inglaterra, se alza esta joya arquitectónica ubicada a orillas del río Támesis, que ha sido, desde 1985, un exclusivo hotel cinco estrellas.
En la década de 1970 sirvió como campus de ultramar de la Universidad de Stanford y, mucho antes, fue epicentro de la élite política y social británica, visitado por la reina Victoria, figuras como Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt, celebridades como Charles Chaplin y recientemente por Meghan Markle, quien pasó aquí la noche previa a su boda con el príncipe Harry. Además, su nombre está irremediablemente ligado a uno de los mayores escándalos políticos de Inglaterra: el «Profumo Affair». En 1961, el secretario de Guerra John Profumo se vio envuelto en un romance con la modelo Christine Keeler, que también mantenía relaciones con un espía soviético. Este triángulo amoroso, en plena Guerra Fría, sacudió al Gobierno británico y dejó su huella en la mansión.
Pero su legado como refugio de pasiones prohibidas, conspiraciones y escándalos, comenzó siglos atrás con un romance aún más turbulento: el de George Villiers, segundo duque de Buckingham, quien mandó a construir Cliveden en 1666 para su amante Anna Maria Brudenell, esposa de Francis Talbot, conde de Shrewsbury.
Se dice que Buckingham y Talbot se enfrentaron en un duelo mortal y, tras la muerte de Talbot, los amantes se instalaron en la mansión.
Grandeza tras sus muros
Luego de un largo viaje y un desfase horario de seis horas, mi esposo, nuestras tres hijas y yo llegamos a este destino con los últimos rayos de sol de una noche de verano.
Desde el exterior, fue imposible imaginar que detrás de un extenso muro se escondía una propiedad de 152 hectáreas de bosques y praderas, protegida por el National Trust (Patrimonio Nacional).
Pero al cruzar su discreto portón, la escena cambió por completo. De repente, el paisaje se desplegó ante nosotros: céspedes impecablemente cuidados, árboles centenarios y, en el corazón de una glorieta, la imponente Fountain of Love (Fuente del Amor) de arquitectura neobarroca, que sirvió de antesala a una estancia inolvidable.
Más adelante, un amplio camino de arena nos condujo hasta la entrada principal de la mansión que, con sus 47 habitaciones, incluidas lujosas suites, nombradas en honor a distinguidos huéspedes que alguna vez se alojaron allí, sigue conservando el esplendor de antaño.
Con solo pisar su vestíbulo, el aroma de madera pulida y cuero que se entrelazan con el sutil aire campestre, me transportó a una atmósfera de elegancia y tradición.
A mi derecha, una elegante escalera de cedro, de estilo jacobeo, que se elevaba hasta el segundo piso, nos daba la bienvenida. En su centro, un imponente chandelier suspendido por un fresco del siglo XVII, derramaba su luz dorada sobre el espacio.
Mientras hacían el check-in, no pude resistir la tentación de explorar The Great Hall (actual recepción). Los sofás de seda, terciopelo y damasco evocaban un ambiente aristocrático británico, mientras que el techo barroco y los paneles de madera de época acentuaban la suntuosidad del lugar.
Cada pared de la sala estaba decorada con una exquisita colección de arte, entre las que se encuentra el retrato de Nancy Astor, última propietaria de la mansión y quien fue la primera mujer en ocupar un escaño en la Cámara de los Comunes del Reino Unido. Al fondo, la chimenea de piedra confería a la sala la calidez de un hogar con historia.
Mi recorrido continuó en el Resident’s Lounge, donde sus estanterías con libros y juegos de mesa para niños y grandes se integran armoniosamente con antigüedades, retratos de la nobleza que habitó el lugar, espejos antiguos y tapices del siglo XVIII.
Sin embargo, fue su sofisticado bar lo que más llamó mi atención ya que, con su selección curada de finos licores y su selecta variedad de whiskies de malta, completaba la atmósfera clásica que invitaba a la relajación y al deleite.
A través de sus grandes ventanales se divisan los jardines de parterre del siglo XIX; al salir a la terraza la belleza y serenidad me llevaron a un mundo donde el tiempo parece detenerse.
Como en un cuento de hadas
Tras este breve recorrido, nos llevaron a nuestra habitación y, para mi sorpresa, nos asignaron la suite Príncipe de Gales, una de las dos únicas que ofrecen vistas espectaculares hacia los jardines del parterre y al río Támesis.
La suite irradiaba una elegancia que fusionaba a la perfección historia y confort. Al entrar a su vestíbulo nos recibió una chimenea de piedra ornamentada que nos condujo hacia un salón decorado con muebles antiguos, tapizados en lujosas telas color vino, finas antigüedades, candelabros de cristal, obras de arte originales y, como broche de oro, una elegante mesa con una botella de Laurent-Perrier y dos copas de champán.
Hacia mi izquierda, un dormitorio nos esperaba con una majestuosa cama queen con dosel, un boudoir con su propia chimenea y un amplio baño revestido en mármol. En ese instante, rodeada de historia y sofisticación, no pude evitar sentirme como una princesa.
Gastronomía con historia
Los desayunos en Cliveden se sirven en el Cliveden Dining Room, antigua sala de estar de la mansión. Allí, rodeados de una decoración clásica con finas obras de arte, los huéspedes también pueden disfrutar de una cena al más puro estilo británico.
Sin embargo, optamos por cenar ambas noches en The Astor Grill, donde mis hijas se deleitaron con jugosos steaks y crujientes papas francesas. Ubicado en los antiguos establos de la propiedad, este galardonado restaurante, con una decoración de temática ecuestre, ofrece un ambiente desenfadado con un menú que combina lo mejor de la cocina clásica británica y estadounidense.
Pero si hay un espacio que encarna el esplendor de Cliveden es el French Dining Room. Su exquisita alta cocina se disfruta en un entorno de pura opulencia, rodeada de tallados dorados, enormes espejos y una riqueza histórica inigualable. Su deslumbrante apanelado rococó, de mediados del siglo XVIII, fue traído expresamente desde el Château d’Asnières, Francia, por Lord Astor en 1897, lo que convierte cada comida en una experiencia digna de la realeza.
Oasis de bienestar y naturaleza
Los placeres de Cliveden van más allá de su historia y arquitectura; su impresionante zona de bienestar invita a la relajación y al disfrute. Puedes nadar en su piscina techada, perfecta para cualquier época del año, o sumergirte en la Profumo Swimming Pool, la legendaria piscina al aire libre que lleva el nombre del famoso “Profumo Affair”.
Si prefieres la actividad, puedes jugar un partido de tenis en una de sus dos canchas o dejarte mimar en su exclusivo spa, galardonado en múltiples ocasiones como el mejor del Reino Unido.
Al estar con nuestras hijas, decidimos perdernos en su divertido laberinto de tejos, que nos desafió a ver quién encontraba la salida primero. Luego, caminamos por los senderos de su vasto parque, admirando la naturaleza hasta que las pequeñas piernas de nuestras niñas no pudieron dar un paso más.

Refugio de ensueño
Quien visite Cliveden no puede dejar de conocer su Spring Cottage, un refugio al pie del río Támesis que parece sacado de un cuento. Con sus tres elegantes habitaciones y cobertizo para botes de época, es un refugio de ensueño y era aquí donde la reina Victoria y la duquesa de Sutherland solían disfrutar de sus tardes de té.
Llegar hasta allí no fue tarea fácil. Bordeamos los jardines de parterre por un sendero de tierra flanqueado por árboles frondosos, hasta encontrarnos con un pequeño portón que marcaba el inicio de una larga escalera descendente que, poco a poco, nos adentró en un paisaje más íntimo y apacible.
Pero la extensa bajada valió la pena. A nuestra izquierda reposaba Spring Cottage mientras que, frente a él, el canal del Támesis se extendía como un espejo, con grupos de patos que se deslizaban suavemente sobre sus aguas. La quietud del entorno nos impregnó de una calma indescriptible.
Cada esquina de Cliveden rebosa historia, exclusividad y una paz incomparable. Es el destino ideal para quienes buscan una escapada inolvidable, donde el lujo, el pasado y el presente se abrazan en perfecta armonía.
Ahora, felizmente, es parte de mi propia historia.
Las amantes de Cliveden
- Anna Maria Brudenell, condesa de Shrewsbury (1642-1702): Amante del segundo duque de Buckingham, su apasionado romance dio origen a Cliveden House como refugio de su amor.
- Elizabeth Villiers (1657-1733): Amante del rey Guillermo III y primera duquesa de Orkney. Cliveden fue su regalo real, vinculado a las intrigas de la Corte británica.
- Augusta de Sajonia-Gotha (1719-1772): Princesa de Gales y madre de Jorge III. Su estancia en Cliveden estuvo marcada por su influencia política y la crianza de su hijo para el trono.
- Harriet, duquesa de Sutherland (1806-1868): Figura clave en la sociedad victoriana y amiga cercana de la reina Victoria. Defensora de la abolición de la esclavitud en EE.UU.
- Nancy Astor (1879-1964): Primera mujer en el Parlamento británico. Junto con Waldorf Astor, convirtió Cliveden en un epicentro político y cultural con el influyente «Cliveden Set». Su legado estuvo marcado por controversias políticas antes de la Segunda Guerra Mundial.
Fotos Cortesía