Fue en 1985 cuando don Leandro Ávila, empresario de origen cubano, se enamoró de La Rioja, uno de los lugares más representativos y conocidos en el mundo por su tradición y conexión con la cultura del vino, e inició la tarea de hacer realidad su sueño: ser propietario de su propia bodega. Con la colaboración de socios y amigos de la zona, adquirió parcelas con excepcionales viñedos y comenzó la construcción de una casa señorial, que durante años fue su hogar familiar, y de una bodega que combinaría tradición con tecnologías innovadoras.
El proyecto dio sus frutos y en 1992 salió el primer vino bajo la etiqueta de la nueva bodega. Solo unos pocos años después (1995), un emblemático grupo bodeguero, como Rioja Alta, adquirió Torre de Oña a la familia Ávila. Esta peculiar historia despertó mi interés por conocer más acerca de esta bodega, que reúne ingredientes tan variados como el emprendimiento de un empresario foráneo enamorado de una tierra, unos viñedos de calidad incuestionable y el saber hacer de un grupo tan importante y reconocido como Rioja Alta, que supo identificar el potencial de esta joya vinícola.
Nuestra experiencia fue excepcional desde el primer contacto con Marta Sáenz, del equipo de relaciones públicas, y Samuel Fernández, responsable de comunicación, quienes se pusieron amablemente a nuestra disposición para coordinar y guiarnos durante la visita. Torre de Oña, situada en lo que se conoce como «la Milla de Oro de La Rioja», cerca de la ciudad de Laguardia, goza de un entorno privilegiado. A 600 metros sobre el nivel del mar y con un microclima protegido por la sierra de Cantabria, las uvas de sus 65 hectáreas de viñedos, principalmente de tempranillo y mazuelo, se usan exclusivamente para producir sus vinos, con una filosofía similar a la de los vinos de pago o château.
Finca San Martín y Finca Martelo son el reflejo de la visión de Torre de Oña: vinos que conjugan modernidad y tradición en cada sorbo, y que transportan al paladar los sabores únicos de la Milla de Oro de La Rioja
Una vez más, recorrimos las carreteras de La Rioja y nos adentramos entre viñedos hasta llegar a nuestra cita, donde Marta nos esperaba con gran entusiasmo. Durante la visita, paseamos por los viñedos que rodean la bodega, mientras Marta nos detallaba no solo la historia de Torre de Oña, sino también la calidad de sus viñedos y por qué de ellos se producen algunos de los vinos más modernos de Rioja Alta.
Finca San Martín y Finca Martelo, claramente identificables por los antiguos mojones de piedra tallada que delimitan cada una de ellas, dan nombre a los vinos actuales de la bodega. A pesar de que la casa señorial y el entorno transmiten un ambiente clásico, al entrar en la bodega se percibe una sofisticación moderna que genera en el visitante la sensación de estar en una «bodega boutique» donde la excelencia y el cuidado por los detalles son evidentes en cada estancia.
Como nos explicó Marta, la inversión en busca de la excelencia se nota en todas las instalaciones, pero lo que más me impresionó fue la transición entre elegancia, modernidad y vanguardia técnica en cada sala.
Al final del recorrido, nos llevaron a un jardín contiguo donde, aprovechando el día veraniego, nos habían preparado una cata especial de Finca San Martín y Finca Martelo. El entorno y el cuidado de los detalles hicieron que el final de la visita se convirtiera en una experiencia enoturística inolvidable. Además, nos deleitaron con unos entrantes preparados en la cocina privada de la bodega, que sirvieron de acompañamiento perfecto.
El crianza Finca San Martín, elaborado con uva 100 % tempranillo, es versátil y excelente para cualquier ocasión. De color rojo intenso y brillante, evoca recuerdos de frutos rojos y chocolates, con un sabor fresco y suave en boca. Finca Martelo, con 94 puntos Parker, es un vino elegante y estructurado, elaborado con 95 % tempranillo y 5 % mazuelo. De color rojo rubí intenso, con aromas de mora y toques de pimienta, es refinado y perfecto para acompañar carnes y embutidos curados.
En definitiva, nuestra visita a Torre de Oña no sólo no defraudó, sino que se convirtió en una experiencia formidable. Fuimos testigos de la historia y cultura del vino desarrollada con la pasión de antaño, pero con una nueva filosofía que fusiona experiencias. Esta bodega y sus vinos son, sin duda, una garantía de calidad. Nos quedamos con la impresión de que apenas están empezando a escribir su historia, y que pronto sabremos más de ellos.
Finca San Martín
Todo el espíritu joven de una tierra única, determinada por un ciclo vegetativo largo y maduraciones fenólicas perfectas. Ofreció vinos de gran intensidad aromática, muy buen equilibrio de grado y acidez y muy aptos para largas crianzas. Embutidos, picoteos, entrantes, primeros platos contundentes y carnes en general.
Finca Martelo
Nace en el viñedo homónimo de Torre de Oña, en el corazón de Rioja Alavesa, con una diversidad natural de las variedades: 95% tempranillo y un 5% de mazuelo, garnacha e incluso viura. Vino ideal para la gastronomía por su estructura y elegancia. De trago largo, marida con carnes estofadas y asadas, así como con caza y embutidos curados.
Fotos por José Ramón Mena