La fuerza transformadora del mérito
En un escenario mundial marcado por la polarización, la desconfianza institucional y la fatiga ciudadana, Panamá ha logrado consolidar un espacio donde la ética, el mérito y el impacto se celebran con rigor. No desde el espectáculo ni desde la condescendencia, sino desde una plataforma estructurada, auditable y ciudadana. Los Premios Panamá en Positivo, que este año cumple once ediciones, son hoy una referencia singular: una forma de premiar lo que funciona, lo que inspira y lo que transforma.
El país los conoce. Pero aún los subestima. Porque detrás de cada categoría, cada nominación, cada jurado convocado, se esconde un modelo de gestión social que desafía las agendas mediáticas dominantes: aquellas que exaltan la inmediatez, el conflicto o el escándalo. Aquí, en cambio, se celebra a quienes construyen sin cámaras, a quienes lideran sin necesidad de etiquetas, a quienes aún creen —y hacen— país.
“Panamá en Positivo ha logrado algo muy especial: conectar a todo un país en torno a lo que está bien. Aquí lo que importa no es el tamaño de la organización, sino la verdad detrás de sus actos”, afirma Marisol Guizado, fundadora del premio.
Desde sus inicios, la propuesta ha sido clara: visibilizar, documentar y reconocer a personas, empresas, colectivos y proyectos que generan transformaciones reales en sus entornos. No desde la narrativa heroica, sino desde la evidencia de impacto. Y no con fórmulas cerradas, sino con una estructura que permite la participación de cualquier ciudadano sin filtros ni cuotas.
Hoy, esa arquitectura ética —más que el evento anual de premiación— es la verdadera contribución de esta iniciativa. Porque en un país donde las instituciones enfrentan tensiones crecientes, contar con un mecanismo que honra la transparencia, la deliberación y la verdad, representa mucho más que una estatuilla: es un modelo de ciudadanía activa y responsable.

Un proceso basado en legitimidad
El valor de cualquier reconocimiento reside en su legitimidad. En eso, Panamá en Positivo ha sido sistemático. El proceso se divide en cuatro fases que se extienden a lo largo de un año. La primera, abierta a toda la ciudadanía, se inicia en enero: durante ocho semanas se reciben postulaciones de personas, organizaciones o empresas que hayan generado un impacto verificable en alguna de las 13 categorías.
Cada postulación debe estar sustentada y documentada. Si una categoría no alcanza al menos cinco candidatos, no avanza. Así se garantiza diversidad, pero también seriedad. Finalizado el plazo, los organizadores consolidan expedientes técnicos que pasan a revisión del Comité de Nominación, compuesto por siete personas: tres del equipo del premio y cuatro representantes independientes de gremios, asociaciones y fundaciones.
Este comité es el primer filtro técnico y ético. Define cinco nominados por categoría y deja dos suplentes. Su análisis se centra en el impacto real, la sostenibilidad de la propuesta y su coherencia comunicacional. El objetivo no es premiar popularidad, sino consistencia.
“Reclutar durante 11 años seguidos a personas éticas e íntegras, que no se repitan, en un país tan pequeño, es una muestra de que en Panamá hay mucho bien que visibilizar. Eso es profundamente positivo”, destaca Virginia Matos, CEO del Grupo Tzanetatos y miembro del jurado.
A partir de allí, entra en escena el Jurado de Ganadores. Una nueva instancia, completamente independiente, conformada por líderes de sectores clave: banca, energía, arquitectura, diplomacia, cultura, tecnología. Figuras como Ignacio Mallol, Miguel Bolinaga, Aurelio Barría, David Benaim o la embajadora Bouchra Boudchiche han asumido esa responsabilidad en ediciones recientes.
“Ser jurado es un reto y un orgullo. Cada año se vuelve más difícil. Pero también es una forma de conocer a Panamá desde sus mejores rostros”, afirma José Ramón Mena, director de Invertis Securities.
El rigor de este grupo es lo que blinda al proceso. Sus decisiones no están sujetas a patrocinios, agendas externas ni presiones políticas. Se deliberan en privado, a partir de expedientes y evidencias. No hay premiaciones vacías. Cada nombre anunciado representa una historia de coherencia, resiliencia y visión.
Los Jurados
Julio De La Lastra
CEO de Ocean Network Express
Ignacio Mallol
Fundador de Mallol Arquitectos
Virginia Matos de Barría
CEO Grupo Tzanetatos
Fanny Márquez
CEO del Grupo Car Rental Services
Aurelio Barría Mock
VP Ejecutivo Motta International, S.A.
Miguel Bolinaga
Presidente de AES
José Ramón Mena
Gerente general de Invertis Securities
Enrique Clément
Marketing Manager MIP-Panamá
Tomás Herrera
Gerente general GBM Panamá
Pablo Rousselin
Vicepresidente Aviation Latin America
Maribel Gamallo
Presidenta Festieventos
Gustavo Rodríguez
CEO Terpel Panamá
S.E. Bouchra Boudchiche
Embajadora del Reino de Marruecos en Panamá
David Benaim
Presidente & CEO Magic Dreams Productions
Un reconocimiento que traza un nuevo mapa de confianza
Lo que distingue a esta iniciativa no es solo la calidad de sus nominados, sino la arquitectura conceptual que sostiene su existencia. Este premio no clasifica por sector ni responde a dinámicas de visibilidad o influencia. Su estructura es otra: más amplia, más deliberada, más alineada con una comprensión estratégica del desarrollo nacional. Las categorías que lo componen no son compartimentos temáticos, sino una forma de mapear las múltiples expresiones del bien común en acción.
En ese sentido, el valor real del premio no es simbólico ni reputacional. Es estructural. Mientras la región se inunda de distinciones coyunturales, premios de ocasión y celebraciones con escaso rigor, Panamá en Positivo ha preservado algo más escaso: coherencia. Con ella ha cultivado un capital intangible con enorme peso institucional: confianza.

Cada fase del proceso está documentada. Cada comité es presentado públicamente. Cada criterio se explica con claridad. Esta insistencia en la transparencia no responde a una obligación, sino a una convicción profunda: que la legitimidad no se hereda ni se simula: se construye.
En ese marco, premiar lo positivo no es un acto decorativo ni sentimental. Es una decisión consciente y un gesto deliberado hacia lo que sí funciona, hacia lo que debe permanecer. Es también una manera de decir, como país, que el mérito, la ética y la integridad siguen siendo posibles y siguen importando.
“Son una convocatoria a todo un país. A creer que lo bueno existe. A levantarlo. A celebrarlo. A seguirlo multiplicando”, concluye Marisol Guizado.
Con cada edición, Panamá en Positivo no solo reconoce trayectorias: reafirma posibilidades. Recuerda que construir futuro también es, en gran medida, saber a quién decidimos aplaudir.
Categorías
Agente de Cambio en Positivo
Para líderes que, desde cualquier frente, transforman estructuras con ética y visión.
Arte y Cultura en Positivo
Para quienes reafirman la identidad panameña desde la creatividad, la memoria y el riesgo cultural.
Artista en Positivo
Para creadores cuya obra es vehículo de cambio, cohesión y sensibilidad social.
Comunicador en Positivo
Para voces que informan con responsabilidad y rehúyen del sensacionalismo.
Deportista en Positivo
Para atletas que representan, dentro y fuera de la competencia, valores fundamentales.
Emprendimiento en Positivo
Para modelos de negocio que conjugan innovación, propósito y sostenibilidad.
Empresa en Positivo
Para compañías que integran bienestar social y ambiental en su ADN corporativo.
Juventud en Positivo
Para proyectos liderados por jóvenes que ya impactan el presente con visión de futuro.
Medio Digital en Positivo
Para plataformas que resisten el ruido con contenido valioso y formativo.
ONG en Positivo
Para organizaciones cuya gestión y resultados son ejemplo de coherencia institucional.
Sostenibilidad Ambiental
Para actores que promueven una economía regenerativa y una cultura ambiental de largo plazo.
Turismo en Positivo
Para propuestas que integran conservación, cultura y desarrollo económico local.
País Amigo
Para iniciativas extranjeras que fortalecen el tejido social panameño desde la cooperación.
Fotos cortesía