“¿Ustedes a qué hora trabajan?”, pregunta mi mamá confundida luego de ver uno de nuestros últimos reels en instagram, en el que salimos todas bailando alrededor de la oficina.
¿Cómo le explico a mi mamá que este es nuestro trabajo: crear contenido? Y no sólo es necesario pasar tiempo juntas “jugando”, sino también contar con un ambiente laboral y un espacio físico que lo permita.
Mientras muchos negocios se vieron obligados a pausar sus servicios durante la pandemia, en nuestra oficina de FENÓMENA, una agencia panameña de Marketing Digital compuesta por 14 mujeres, descubrimos algo revelador: podíamos hacer perfectamente el 95 % de nuestro trabajo de manera remota. El otro 5 % era la excepción reservada para filmaciones y producciones.
Comprobamos que cada una podía manejar su propio horario laboral y mantener sus responsabilidades sin necesariamente cumplir un horario de oficina de 8 a 5. Contábamos con Zoom, Teams, Google Meet, Monday, Dropbox… múltiples herramientas a nuestra disposición para tener presentaciones, directivas, brainstormings… todo desde la comodidad de nuestro sofá en casa. Por eso, resulta contraintuitivo contarles que, tras celebrar 10 años en el mercado, mi socia y yo decidimos hacer la inversión más grande hasta el momento: la ampliación de nuestras instalaciones físicas. Estamos totalmente convencidas de que el futuro de nuestra agencia depende del trabajo colaborativo que solo ocurre cuando nos vemos las caritas en una misma mesa. (Pero, ojo, no cualquier mesa, una mesa tan inspiradora como nuestros sueños).
La mejor manera de crecer como equipo es recibiendo retroalimentación inmediata, un consejo a tiempo y orientación oportuna en cada uno de los pasos de un proyecto.
Entonces, si es más rentable que nuestro equipo trabaje desde casa, ¿cuáles son los beneficios intangibles de reunirnos en la oficina?
Todo comienza con el café. Mientras cada una busca su taza, la cocina se convierte en el epicentro de conversaciones, intercambio de ideas, debates sobre el último chisme y referencias sobre cómo aprovechar las últimas tendencias en las redes. Las discusiones espontáneas, las reuniones improvisadas y la interacción directa fomentan un intercambio de ideas fluido y relajado, creando la receta perfecta para cocinar las mejores ideas.
Es la diferencia entre contar un chiste en persona y hacer reír a tu público, o recibir en un chat un simple “jajajaja”. No hay evidencia humana para medir el impacto.
No importa cuánto avance la tecnología, el talento y el contacto humano son imprescindibles para nuestro desarrollo profesional y bienestar mental. Compartir un espacio nos facilita de manera orgánica el mentoring que ocurre diariamente, a veces sin darnos cuenta. La mejor manera de crecer como equipo es recibiendo retroalimentación inmediata, un consejo a tiempo y orientación oportuna en cada uno de los pasos de un proyecto.
La primera canción del playlist del día, la risa compartida durante el almuerzo y las celebraciones de pequeños logros contribuyen a crear un ambiente de trabajo enriquecedor y motivador. Estar juntas en un mismo espacio físico aumenta el compromiso con los valores y objetivos que tenemos como equipo. La cultura se forja a través de tradiciones y pequeños rituales que surgen naturalmente al compartir diariamente un mismo espacio. Si nuestro recurso más importante es nuestro equipo, no cabe duda de que invertir en nuestro playground fue la decisión correcta.
