“Estoy convencido de que este foro regional es el escenario propicio para cultivar mayores lazos de amistad, pero más allá, encontrar y ampliar los mecanismos que tenemos para impulsar la economía y la prosperidad de América Latina y el Caribe”. Con esas palabras el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, abría un evento de dos días donde líderes políticos, económicos, sociales y culturales se reunieron por primera vez para, desde su experiencia, tratar de responder la pregunta que congregaba a la audiencia: ¿Cómo recuperar la senda del crecimiento.
La celebración del Primer Foro Económico Internacional de América Latina y el Caribe, marcó el inicio de una apuesta ambiciosa: establecer anualmente en Panamá un espacio de reflexión, negociación e impulso estratégico que se convierta en el epicentro de la conversación económica regional. No será un evento más en el calendario, sino de la construcción de un punto de referencia que permita fomentar el diálogo para dar forma a un modelo de desarrollo con identidad propia.
La oportunidad está en el ‘nearshoring’. Un estudio reciente del BID indica que generaría 79 mil millones más de exportaciones”. Felipe Larraín, exministro de Hacienda de Chile
Como señaló Sergio Díaz-Granados, presidente ejecutivo de CAF, “Este foro nace como un espacio clave para la convergencia de líderes, empresarios y expertos que buscan soluciones desde y para América Latina y el Caribe. Teníamos un vacío que debía llenarse, y con esta iniciativa queremos reforzar las alianzas, impulsar el crecimiento y transformar la región”, dijo.
Porque el futuro de América Latina y el Caribe no puede seguir dependiendo de foros globales donde la región es apenas una nota al pie de la conversación. O como manifestó el ex primer ministro de Italia, Mateo Renzi, “si América Latina quiere un lugar relevante en la nueva geopolítica, debe integrarse con una estrategia clara, sin copiar la burocracia de Europa, pero sí aprendiendo de sus aciertos”.
Durante décadas, el continente ha estado atrapado entre promesas de desarrollo, ciclos de crecimiento inestable y un rezago evidente frente a otras economías emergentes. Pero algo distinto ocurrió en Panamá.
Un ambiente diferente
A diferencia de otros foros que han puesto el énfasis en las limitaciones estructurales de la región, este encuentro en Panamá destacó algo fundamental: América Latina y el Caribe no son territorios en crisis, sino espacios de oportunidad con activos inigualables. En un mundo que busca reconfigurar sus cadenas de suministro, diversificar sus fuentes de energía y desarrollar modelos de crecimiento más sostenibles, la región tiene los elementos clave para posicionarse como un actor de peso en la economía global.
El bloque regional cuenta con 638 millones de habitantes —en comparación por ejemplo con la Unión Europea que ‘sólo’ tiene 448 millones— no ha logrado consolidarse como un mercado relevante, entre otras cosas por la falta de unidad y la mirada competitiva.
Como lo señaló el exministro de Haciendo de Chile en su intervención en el panel “Perspectivas económicas de América Latina y el Caribe en 2025”: “ Yo creo que somos más atractivos con una región más integrada”.

América Latina y el Caribe cuentan con una ubicación estratégica que los posiciona como un eje clave del comercio global, con acceso a los principales mercados y una infraestructura logística en crecimiento. Además, su riqueza en recursos naturales y energéticos, como el litio, la biodiversidad y las fuentes renovables, les otorga un papel central en la transición hacia un modelo más sostenible.
En este espacio de diálogo entre lo público y lo privado es que surge el gran desafío: transformar su riqueza natural y geográfica en crecimiento sostenido, modernización estructural y bienestar real para su población. Porque como expresó Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, “en lugar de simplemente darle más combustible a la economía, los responsables políticos necesitan mejorar su motor”, dando a entender que los desafíos de crecimiento de la región son estructurales y no cíclicos; especialmente por la baja inversión, la débil productividad y las barreras regulatorias que obstaculizan el progreso —tema que fue analizado en varias de la sesiones simultáneas como infraestructura, turismo y logística— instando a las autoridades a hacer reformas transformadoras para mejorar la infraestructura, fortalecer las instituciones y hacer que los mercados laborales sean más dinámicos.
América Latina tiene todo para ser un actor clave en la economía del futuro. La pregunta es si sus líderes, tanto públicos como privados, estarán dispuestos a tomar las decisiones necesarias para que eso suceda.
El liderazgo y la honestidad del Presidente
José Raúl Mulino hizo una profunda autocrítica sobre el rol del Estado y los recursos de inversión. “Los Estados gordos solo ahuyentan inversiones. No se puede maquillar ineficiencia con gastos públicos excesivos. No se puede tapar la falta de oportunidades con empleo estatal abultado”, agregando que “Nuestros países no cuentan con recursos para estos cambios necesarios y es allí que CAF se transforma en la herramienta sin la cual las ideas no salen del papel. Debemos aumentar el financiamiento para fomentar la transformación real, la eficiencia y la facilidad. Invertir en mejorar, en lograr que menos burocracia signifique mayor beneficio para las personas y las empresas que cargan con el inmenso coste de la ineficacia gubernamental”.
El mandatario hizo énfasis y tomó como ejemplo al país, “porque Panamá vive la expresión máxima de lo que pasa cuando el financiamiento que no se destina a innovación, tecnología y eficiencia genera un desequilibrio fiscal a futuro. Se incrementa la deuda pero no se desarrolla el país. Es decir, quedamos más endeudados, pero con más desempleo, más pobreza y más desigualdad. Movilizar recursos desde países industrializados hacia la región debe ser siempre para promocionar el desarrollo de infraestructura productiva, promover el desarrollo, fomentar el comercio e inversiones y apoyar al sector empresarial”.
El foro dejó sobre la mesa una serie de ideas y reflexiones que podrían marcar el rumbo de su transformación. Más allá de los desafíos recurrentes —desigualdad, informalidad, dependencia de materias primas y baja productividad—, el foro resaltó oportunidades concretas para que la región pueda insertarse de manera más competitiva en la economía global.
1. América Latina debe construir un modelo de desarrollo propio
La región ha pasado demasiado tiempo debatiendo entre modelos externos, oscilando entre recetas importadas de Europa, Estados Unidos y Asia. Sin embargo, el foro dejó claro que América Latina y el Caribe deben definir un modelo de desarrollo basado en sus propios recursos, capacidades y realidades.
Esto implica superar la dependencia histórica de la exportación de materias primas e impulsar sectores estratégicos como la industrialización, la digitalización, las energías renovables, el turismo sostenible y la infraestructura logística. Los países deben dejar de verse como competidores entre sí y entender que el desarrollo regional pasa por una mayor cooperación e integración económica.
“Necesitamos una visión de largo plazo que no dependa solo de ciclos de materias primas. La región tiene recursos estratégicos, pero debe gestionarlos con eficiencia y planificación”, señaló José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la Cepal.
2. ‘Nearshoring’: la oportunidad está aquí, pero no será eterna
Uno de los temas más discutidos fue la “reconfiguración de las cadenas de suministro globales” y el papel que puede jugar América Latina en este escenario. La guerra comercial entre Estados Unidos y China ha abierto una ventana de oportunidad sin precedentes para que la región atraiga inversión en manufactura y tecnología, aprovechando su cercanía con el mercado norteamericano.
Sin embargo, la competencia por captar estas inversiones es feroz. México ha sido el país que más ha capitalizado esta tendencia, pero otros países como Panamá, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica y República Dominicana también tienen ventajas comparativas que pueden explotar si logran mejorar su infraestructura, ofrecer estabilidad jurídica y facilitar procesos para la inversión extranjera.
Los gobiernos deben actuar rápido. El nearshoring es una oportunidad real, pero no estará abierta indefinidamente. La región debe acelerar reformas para garantizar que esta reconfiguración global se traduzca en empleo, transferencia de tecnología y desarrollo productivo.
3. La infraestructura es la clave para la competitividad
El alto costo logístico sigue siendo un obstáculo estructural para el desarrollo de América Latina. Mientras en Asia el comercio fluye con eficiencia gracias a puertos automatizados, corredores logísticos modernos y redes ferroviarias de alta velocidad, en muchos países latinoamericanos el transporte de bienes sigue siendo lento y costoso.
El foro destacó que el crecimiento económico sólo será sostenible si va acompañado de una modernización de la infraestructura. Desde corredores de exportación en el Cono Sur hasta la interconexión energética en América Central, la región debe desarrollar proyectos que faciliten el comercio y reduzcan costos operativos.
Si no mejoramos nuestra infraestructura, seguiremos perdiendo competitividad. La logística es un pilar del desarrollo y debe ser una prioridad”, recalcó José Manuel Salazar-Xirinachs.
La transformación digital también juega un papel clave. La modernización de puertos, aeropuertos y aduanas con inteligencia artificial y blockchain podría reducir costos y tiempos de espera, generando un impacto inmediato en la competitividad regional.
4. Energía y sostenibilidad: el gran desafío del siglo XXI
El cambio climático no es un problema del futuro; ya está afectando a América Latina de manera directa. Sequías prolongadas, incendios forestales y fenómenos extremos están teniendo un impacto económico severo en sectores clave como la agricultura y el turismo.
A pesar de esto, la región tiene una de las matrices energéticas más limpias del mundo, con un alto porcentaje de generación renovable. Esto le da una ventaja competitiva en la transición energética global, pero aún falta inversión para diversificar las fuentes de energía y desarrollar nuevas tecnologías como el hidrógeno verde.
“La sostenibilidad no es solo una obligación ambiental, es una estrategia de desarrollo. América Latina puede ser un líder en energías limpias si logra atraer inversión en infraestructura energética”, señaló Sergio Díaz-Granados, presidente de CAF.
El foro dejó claro que la inversión en sostenibilidad debe ir más allá de la energía. La región tiene la oportunidad de desarrollar modelos económicos basados en la bioeconomía, el turismo sostenible y la economía circular, sectores que podrían generar empleo y crecimiento sin comprometer los recursos naturales.
5. La integración regional no puede seguir siendo una asignatura pendiente
Uno de los mensajes más repetidos durante el foro fue que América Latina sigue operando como mercados fragmentados, perdiendo oportunidades de crecimiento por falta de coordinación entre sus economías.
Mientras bloques comerciales como la Unión Europea o el sudeste asiático han logrado consolidarse como espacios de cooperación e inversión conjunta, en América Latina las diferencias regulatorias, los problemas aduaneros y la falta de armonización de normas siguen siendo barreras para el comercio y la inversión.
El foro destacó la necesidad de avanzar en la integración económica y comercial de la región. Facilitar el comercio intra-regional, impulsar proyectos de infraestructura compartidos y armonizar regulaciones, son pasos urgentes para consolidar un mercado latinoamericano más fuerte y atractivo para la inversión extranjera.
Ante los cambios geopolíticos, nuestros países deben potenciar sus activos, apostar por el desarrollo sostenible, agregar valor a través de la educación y la innovación para garantizar el crecimiento interno y potenciar el comercio mundial”. José Raúl Mulino, Presidente de la República de Panamá
Un nuevo espacio para definir el futuro de la región
El Primer Foro Económico Internacional de América Latina y el Caribe marcó el inicio de una plataforma de diálogo y acción que busca consolidarse año tras año. Si bien la región enfrenta grandes desafíos, el foro dejó una sensación de optimismo: América Latina tiene los recursos, el talento y las oportunidades para cambiar su trayectoria de desarrollo.
“Este foro debe comenzar a ser el Davos de América Latina y el Caribe, así debe ser concebido”, señaló el presidente Mulino, mientras que el presidente de CAF, Sergio Díaz Granados, afirmó que el organismo cuenta con la capacidad de juntar a los presidentes de América Latina aquí en Panamá todos los años para trabajar en lo que a la región le conviene.
Para que Panamá se convierta en el “Davos” latinoamericano, necesita construir continuidad, atraer a los tomadores de decisiones clave y garantizar que las ideas expuestas se conviertan en acciones concretas.
Lo que está en juego no es solo el crecimiento económico de la región, sino su capacidad para diseñar un modelo de desarrollo propio, realista y sostenible. Este foro ha encendido la chispa. Ahora, el desafío es mantener la llama encendida.
Si el país logra consolidar este evento como un punto de referencia internacional, puede convertirse en el lugar donde se definan las estrategias que marcarán el futuro de América Latina y el Caribe. No es solo una aspiración. Es una posibilidad real.
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