700 mil entradas en apenas dos horas. Anuncio de nuevas fechas en cuestión de horas y miles de fanáticos mostrando en redes sociales las ‘maromas’ que estaban haciendo para poder comprar boletas para la próxima gira de Shakira. Serán 13 conciertos en las principales ciudades de la región. ¿Y Ciudad de Panamá? Otra vez fuera.
Además de la barranquillera, otros artistas de talla mundial como Oasis, Sting y Coldplay (se espera el anuncio) -además de varias figuras confirmadas para Lollapalooza y Estéreo Picnic- se preparan para recorrer América Latina el próximo año, Panamá sigue ausente en la lista de destinos de sus giras.
A pesar de ser un punto de conexión estratégica entre Norteamérica y Sudamérica, el país continúa excluido de los grandes circuitos de conciertos, una situación que se refleja en la economía local y despierta inquietudes entre los fanáticos, quienes deben viajar a países vecinos como Colombia y Costa Rica para disfrutar de estos espectáculos.
Uno de los factores clave es la infraestructura. Para atraer conciertos de alto calibre, se requieren recintos con capacidad para albergar a miles de personas de forma segura y cómoda, con los estándares necesarios para atraer a los organizadores internacionales. Panamá cuenta con el Centro de Convenciones Amador y el Estadio Rommel Fernández, pero la capacidad y el equipamiento de estos espacios aún no se alinean con las demandas de la industria de conciertos masivos. En comparación, el Estadio El Campín de Colombia y el Estadio Nacional de Costa Rica son considerados recintos de primer nivel en América Latina.
Las limitaciones en infraestructura afectan también el desarrollo de la economía local. En países vecinos, un concierto de gran envergadura puede generar ingresos significativos: un evento con un artista de talla mundial podría generar entre $1 millón y $3 millones en ingresos directos, además del impacto indirecto en sectores como el transporte, la hotelería y el comercio. En Bogotá, por ejemplo, un concierto de Coldplay dejó ingresos de aproximadamente $2 millones para la economía local en 2022, considerando gastos en boletos, transporte y hospedaje. En Madrid se calcula que los conciertos de Taylor Swift generaron alrededor de 25 millones de dólares a la economía de la ciudad.
En Panamá, eventos de esta magnitud son menos frecuentes, lo que reduce las oportunidades de desarrollo en torno a este tipo de actividad económica.
¿Y la producción?
Otro obstáculo importante es el costo de producción y la logística en el país. Los organizadores suelen enfrentar barreras económicas adicionales al evaluar a Panamá como destino, incluyendo costos de permisos, seguros, impuestos, y el transporte de equipos y personal. Según datos de la Asociación de Productores de Eventos de América Latina, en Panamá el costo de producción de un concierto puede ser entre un 30% y 50% más alto que en Colombia o Costa Rica, lo cual desincentiva a los productores internacionales. En países como México o Argentina, las políticas fiscales están diseñadas para fomentar eventos masivos, ofreciendo incentivos tributarios que Panamá aún no considera.
El alto costo de producción también impacta en el precio de los boletos. En Costa Rica, una entrada para ver a un artista de nivel mundial puede costar entre $80 y $150, mientras que en Panamá estos precios suelen ser mucho más altos, debido a la necesidad de cubrir los gastos adicionales de logística y permisos. Estos costos elevados limitan la demanda de los asistentes, reduciendo el número de potenciales compradores y, en consecuencia, el interés de los productores en organizar eventos de gran envergadura en el país.
Los productores internacionales observan la preferencia de los artistas por ciertas ciudades donde el público responde masivamente. Bogotá, Medellín, San José y Ciudad de México no solo son destinos atractivos en términos de infraestructura, sino que tienen una base de fans consolidada, lo que asegura ventas rápidas y garantiza ingresos para los organizadores. Según un estudio de Billboard de 2023, los conciertos en Colombia y Costa Rica muestran tasas de ocupación de recintos del 95%, mientras que en Panamá eventos similares alcanzan un promedio del 65%, una diferencia que demuestra la falta de consolidación del mercado panameño en la industria.
Además, al observar la rentabilidad de otros países, los organizadores eligen destinos donde las políticas y los costos son más favorables. Según datos de la agencia de entretenimiento OCESA, un concierto de gran escala en Bogotá puede ser hasta un 40% más rentable que en Panamá debido a los menores costos de logística y a una base de fans más sólida.
Para que Panamá logre competir en este terreno, sería necesario desarrollar un mercado más maduro, capaz de asegurar la asistencia y el interés continuo del público en eventos masivos.
¿El futuro de los conciertos masivos en Panamá?
La situación plantea preguntas importantes sobre el desarrollo cultural y económico del país y su potencial para transformarse en un destino atractivo para el entretenimiento masivo. Invertir en infraestructura y revisar las políticas fiscales y regulatorias para estos eventos podrían permitir que Panamá compita con países vecinos. Además, fortalecer la cultura de los conciertos mediante eventos de menor escala ayudaría a consolidar un mercado de consumidores de entretenimiento, que luego apoye y exija espectáculos de mayor envergadura.
La realización de conciertos masivos en Panamá podría generar un impacto económico positivo significativo en varios sectores, desde el comercio hasta la hostelería y el turismo. Las experiencias en Colombia y Costa Rica muestran que el desarrollo de una escena de entretenimiento robusta puede traducirse en ingresos millonarios, así como en una mayor exposición internacional. Para los panameños, la esperanza de tener grandes artistas en casa dependerá de inversiones estratégicas y de la capacidad del país de construir un entorno atractivo para los promotores y el público.