El universo del lujo global vive un momento de pausa. Tras años de crecimiento acelerado, marcado por la recuperación pospandemia y el apetito por lo exclusivo, las cifras del segundo trimestre de 2025 reflejan una inflexión que inquieta a analistas e inversionistas. Según datos publicados por Vogue Business, el sector registró una contracción del 1,7 % en ingresos orgánicos, un descenso que contrasta con el tímido avance del 0,2 % en el primer trimestre. Y lo más significativo: el freno no es homogéneo, sino polarizado.
Mientras algunas marcas como Hermès y Richemont confirman su resiliencia, otras como LVMH y Kering muestran señales de fatiga, afectadas por una combinación de factores: menor turismo estadounidense en Europa por el debilitamiento del dólar, desaceleración del consumo en China y una creciente presión sobre los precios en mercados maduros. A eso se suman las tensiones geopolíticas que podrían traducirse en nuevos aranceles a productos europeos, especialmente en Estados Unidos.
Hermès, el gigante discreto, sigue desafiando las turbulencias. Con un crecimiento estimado del 9 % en este trimestre, frente al 7 % del primero, la maison francesa reafirma el valor de la coherencia: producción limitada, enfoque artesanal y una demanda sostenida que resiste incluso en tiempos de incertidumbre. Richemont, grupo suizo dueño de Cartier y Van Cleef & Arpels, también reportó un crecimiento saludable del 4 %, apuntalado por su división de joyería, que representa casi la mitad de sus ingresos. La joya como inversión, duradera y atemporal, sigue ganando protagonismo frente a categorías más volátiles como la moda.
En el extremo opuesto, LVMH —el conglomerado más grande del sector— vio caer sus ingresos un 4 % hasta los 19,5 mil millones de euros, con una contracción del 9 % en su división de moda y artículos de cuero. Las ganancias netas bajaron 22 %, en una señal de que ni siquiera los imperios del lujo están exentos de ajuste. Kering, por su parte, registró una caída del 14 % en sus ingresos, con un desplome del 25 % en Gucci, su marca insignia.
Un lujo más lento, pero más selectivo
La ralentización no sorprende del todo. Entre 2019 y 2023, muchas marcas elevaron sus precios a un ritmo acelerado, impulsadas por un mercado sediento de distinción y por la llamada “greedflation” —una inflación motivada por márgenes más que por costos. Hoy, ese margen de maniobra se agota. Según Financial Times, las casas de lujo apenas se atreven a incrementar precios en torno al 3 %, conscientes de que el consumidor premium también ha empezado a comparar.
Brunello Cucinelli, en cambio, representa la excepción optimista. El diseñador italiano reportó un aumento del 10,7 % en sus ventas del primer semestre, impulsado por su apuesta por el “capitalismo humanista” y un enfoque de negocio más ético. “No es fácil para nadie soltar el poder”, declaró recientemente en una entrevista con FT, en referencia a la necesidad de que las empresas gestionen con propósito. Su fórmula —lujo silencioso, ética productiva, coherencia estética— parece conectar con un consumidor cada vez más exigente.
Ante el nuevo escenario, algunas marcas han empezado a reordenar sus operaciones. LVMH anunció la construcción de una segunda fábrica en Texas, como respuesta preventiva a los aranceles que podrían aplicar en agosto a productos importados desde Europa. La medida, además de estratégica, envía un mensaje claro: el lujo también puede reindustrializarse y acercarse a sus mercados clave. Moncler, otro actor relevante del sector, reportó un alza del 1 % en ventas en la primera mitad del año. Sin embargo, el segundo trimestre reflejó un leve retroceso (‑1 %), principalmente por la desaceleración del turismo en Europa. Su fortaleza sigue siendo la agilidad para adaptarse: con un portafolio que incluye a Stone Island y una estrategia digital sólida, la marca se mantiene a flote en medio de la tormenta.
Aunque los resultados del trimestre pintan un panorama de desaceleración, también revelan algo más profundo: una evolución del lujo hacia la precisión. La época de las expansiones masivas, las subidas de precio indiscriminadas y el crecimiento descontrolado parecen estar dando paso a una era más consciente. El consumidor sigue allí, pero está mirando con más lupa. Y no todas las marcas están listas para sostener su narrativa bajo esa luz.
Las expectativas de los analistas apuntan a una posible estabilización en la segunda mitad del año, con señales de recuperación más claras hacia el segundo trimestre de 2026. Pero el mercado ya no se moverá solo por deseo: lo hará por confianza, diferenciación real y valor construido con paciencia.
El lujo no ha perdido su fuerza, pero ha cambiado su lenguaje. En esta nueva etapa, la calidad vuelve a ser central, la identidad importa más que nunca y la coherencia —en producto, precio y propósito— se convierte en la ventaja más difícil de replicar. Mientras unos ajustan y otros resisten, el sector parece redescubrir su esencia: ser raro, ser relevante y, sobre todo, ser deseado por lo que es, no por lo que cuesta.
El gigante discreto
Crecimiento sostenido
+7 %
primer trimestre
+9 %
segundo trimestre
Hermès sigue desafiando las turbulencias con un crecimiento este trimestre, frente al primero; la maison francesa reafirma el valor de la coherencia.
Fotos de AFP