jueves, agosto 14, 2025

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    Diplomacia, estrategia y visión que transforman

    Desde una embajada poco conocida, Marruecos fortaleció su relación con Panamá, impulsando cooperación basada en desarrollo humano, estabilidad y visión estratégica.

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    Bouchra Boudchiche

    Pocos países han logrado reinventarse como Marruecos. Sin petróleo ni grandes reservas de gas, en una región marcada por tensiones geopolíticas, este país del norte de África apostó por un modelo propio: planificación a largo plazo, estabilidad institucional, diversificación económica e inclusión social. A través de una combinación de diplomacia estratégica y visión de Estado, Marruecos se ha convertido en un referente regional en sectores como el automotriz, la agricultura moderna y la cooperación internacional, sin renunciar a su identidad ni a su diversidad cultural.

    Panamá, por su parte, se encuentra en una etapa decisiva. Con una ubicación privilegiada y fortalezas únicas en logística y servicios, tiene ante sí el desafío —y la oportunidad— de fortalecer su inserción internacional con nuevos aliados y modelos. La experiencia marroquí no pretende imponerse, pero sí ofrece aprendizajes útiles: cómo desarrollar sectores productivos sin depender de recursos naturales, cómo construir seguridad desde la cohesión social, y cómo mantener el equilibrio entre tradición y modernidad en contextos culturalmente diversos.

    La relación bilateral entre Marruecos y Panamá fue, durante años, lejana, marcada por posturas políticas que impidieron cualquier tipo de cooperación real. Pero esa distancia comenzó a cerrarse a partir de un punto de inflexión cuando Panamá decidió revisar su política exterior y abrir un nuevo capítulo diplomático. Lo que vino después no fue solo una reconfiguración formal, sino el inicio de una visión compartida más ambiciosa.

    Los profundos lazos culturales se entablan en eventos como este, donde un reconocido chef marroquí del Ritz de París, trabajó de la mano con estudiantes del ITSE para el desarrollo de un evento para autoridades en el Palacio Bolívar de la Cancillería. 

     

    De la distancia al diálogo

    Durante años, Marruecos y Panamá mantuvieron relaciones diplomáticas frías y distantes, trabadas por un obstáculo político mayor: el reconocimiento panameño a un movimiento separatista que Marruecos considera una amenaza a su integridad territorial. Esta postura había limitado toda posibilidad de cooperación bilateral. A su llegada, la embajadora Bouchra Boudchiche se encontró con una embajada prácticamente invisible, un entorno institucional hermético y un Estado poco informado sobre la historia y las implicaciones del conflicto del Sáhara Occidental. A partir de allí, comenzó un trabajo paciente y estratégico que combinó diplomacia política con un profundo trabajo cultural, social y humano. 

    ¿Cómo encontró Panamá al llegar y cuál fue su mayor reto como embajadora?
    La gente ni siquiera sabía que existía una embajada aquí. Lleva cuatro años abierta y nadie la conocía.

    Más allá de la falta de visibilidad, el mayor obstáculo era político: “No podíamos firmar un acuerdo si la mitad de nuestro territorio era negado”.

    ¿Qué permitió el cambio en la postura panameña frente al Sáhara Occidental?
    Fue una decisión panameña, no una concesión a Marruecos. La nueva generación política entendió que esta postura afectaba el interés nacional. No lo hicieron por Marruecos o por mí. Me decían: ‘Esto lo tenemos que parar porque no es bueno para nuestro país’.

    Los líderes religiosos juntos en una misma foto, en la fiesta nacional de Marruecos,  lo que evidencia que tanto Marruecos como Panamá  son países que unen credos, abiertos al diálogo y de libre convivencia.

     

    Cultura, seguridad y visió de futuro: el modelo marroquí como espejo

    Pocas veces se habla de Marruecos como un país modelo. Sin embargo, la embajadora sostiene que su país ofrece claves muy relevantes para regiones como América Latina. La primera de ellas: el desarrollo no depende de los recursos naturales, sino de la visión de largo plazo. Marruecos no produce gas ni petróleo, pero ha logrado posicionarse como un referente en África del Norte gracias a una transformación estructural planificada desde hace más de dos décadas.

    La llegada del rey Mohamed VI al poder marcó un antes y un después. “Hace 25 años comenzamos reformas profundas: industrialización, agricultura moderna, programas sociales, innovación tecnológica, reinserción penitenciaria, empoderamiento femenino”, enumera. Este proceso, conocido como “Aceleración Industrial de Marruecos”, ha permitido que el país pase de ser un exportador tradicional de fertilizantes y textiles a convertirse en un líder regional en sectores de alto valor agregado como automoción, aeronáutica y energía renovable.

    “Yo no vine a vender Marruecos. Vine a mostrarlo. En el camino descubrí todo lo que podemos construir  juntos”. Bouchra Boudchiche

    “Hoy somos el primer exportador de automóviles en África. Lo hicimos sin petróleo, con estrategia”, enfatiza. Y no se trata solo de cifras: detrás hay un modelo de gobernanza basado en programas a 15 o 20 años, que involucran al sector privado, la cooperación internacional y políticas públicas coherentes.

    Pero el desarrollo, para Marruecos, no es únicamente económico. “El centro de nuestra política es el desarrollo humano. Todo lo que hacemos tiene que tener un impacto en las personas, especialmente jóvenes y mujeres”, dice. Ejemplos sobran: desde cooperativas rurales para mujeres hasta institutos de formación técnica y cultural para los pueblos amazigh. Incluso la administración penitenciaria ha sido objeto de reforma con programas de reinserción laboral y humana.

    “La seguridad no es solo una cuestión policial. Se construye desde la inclusión y la dignidad”, insiste. Para ella, esa mirada integral es lo que Panamá y otros países podrían incorporar: dejar de pensar en ciclos de gobierno y comenzar a construir una visión nacional compartida.

    ¿Cómo utilizó la cultura para reposicionar a Marruecos en Panamá?
    La cultura lo dice todo. Hicimos tres grandes eventos que cambiaron la percepción sobre Marruecos. Cuando alguien visita la biblioteca Mohamed VI en el Parlatino, ya no tengo que explicar nada. La cultura habla por sí sola.

    ¿Qué elementos del modelo marroquí podrían servir como espejo para Panamá?
    La diferencia es que nosotros no vivimos de quinquenio en quinquenio. Tenemos proyectos de país a largo plazo. Trabajamos con visiones de 15 o 20 años, con programas escalonados. Eso permite continuidad, mejora, evaluación.

    ¿Cómo se articula lo social con lo productivo?
    Si no se apoya a los jóvenes, si no se reconoce la cultura de los pueblos originarios, si no se capacita a las mujeres, el país no avanza. La seguridad también se construye así: desde la raíz.

    ¿Y qué lugar ocupa la diversidad en ese modelo?
    Está en el centro. Nuestra Constitución reconoce nuestras múltiples identidades: amazigh, árabe, africana, hebrea, mediterránea. Eso no es una amenaza, es una riqueza. Marruecos es un país musulmán que protege a todas las religiones. Y eso lo hacemos con orgullo.

    Saludo de la embajadora al excelentísimo presidente el día de su toma de posesión.

     

    Cooperación, inversión y una visión compartida

    Superadas las barreras diplomáticas, Marruecos y Panamá se encuentran en una nueva etapa. En noviembre de 2024 se firmó una declaración conjunta y hoy ambos países trabajan en una hoja de ruta de cooperación que abarca temas como agricultura, turismo, administración penitenciaria y formación de jóvenes. Pero más allá de los acuerdos, lo que destaca es el enfoque: una visión estratégica, humana y de largo plazo que puede inspirar a Panamá a repensar sus prioridades.

    La embajadora ve en Panamá un socio clave para África y el mundo árabe. “Panamá es estable, confiable, bien ubicado, con instituciones sólidas y seguridad jurídica. Queremos usarlo como plataforma para la región”, afirma. Con ello en mente, ya se han organizado foros económicos, misiones comerciales y acuerdos técnicos en múltiples sectores. La idea es que Marruecos no solo sea un proveedor de bienes, sino también de conocimiento y experiencia.

    ¿Por qué Marruecos apuesta por Panamá como plataforma regional?
    Nuestros empresarios quieren invertir aquí y nuestros modelos pueden adaptarse muy bien. Panamá tiene todas las condiciones para convertirse en un nodo regional para África y el mundo árabe.

    ¿Qué papel juega el rey Mohamed VI en esa visión de país?
    El rey es un estadista con una visión de 20 años. Aquí, en América Latina, los gobiernos piensan en cinco años y destruyen todo lo anterior. Nosotros construimos sobre lo bueno y corregimos lo demás.

    ¿Cuál ha sido su experiencia personal en este proceso?
    Yo no vine a vender Marruecos. Vine a mostrarlo. En el camino descubrí todo lo que podemos construir juntos. Porque Marruecos no solo quiere tener relaciones con Panamá. Quiere que ambos crezcamos. 


    Fotos cortesía

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