Nuestra cita era a las ocho de la mañana en el Club de Golf de Coronado. Roberto Eisenmann III nos esperaba sentado bajo el rancho construido en el terreno que desarrollaron sus antepasados en lo que hoy se llama Coronado, un desarrollo de playa en el interior del país. Relajado, disfrutando la brisa veraniega, en su mesa usual y entusiasmado, nos empieza a contar sobre su nuevo proyecto, que lo hizo regresar a sus raíces: Terra Viva.
Recién mudado a un apartamento, cayó la pandemia y, como es usual en su personalidad, se puso creativo y empezó a pensar en qué podía dedicar su tiempo libre. Empezó por proponer un sembradío de árboles frutales en la urbanización donde estrenaba casa, pero se enteró de que era prohibido. Fue entonces cuando nació el proyecto que lo mantendría ocupado durante la pandemia y mucho más después de eso.
De vuelta a su esencia
Nuestra conversación fluyó mientras observábamos el paisaje tranquilo del Club de Golf, donde compartió con entusiasmo más detalles sobre su apasionante proyecto.
“La inspiración detrás de Terra Viva surgió en medio de la pandemia”, revela Roberto. Como muchos, me encontré atrapado entre cuatro paredes de cemento y decidí aprovechar mi tiempo de manera creativa”. Su primera idea fue proponer la siembra de árboles frutales en la urbanización, pero no fue posible. Fue entonces cuando nació la idea de Terra Viva.
“La semilla de Terra Viva comenzó a germinar en mi mente como una respuesta
a la necesidad de conectarnos con la naturaleza en medio de la vida urbana”, comparte. Desde ese punto, la idea evolucionó y se convirtió en un proyecto que va más allá de su propio espacio residencial.
“Quería crear algo significativo, algo que pudiera ser compartido con la comunidad y que tuviera un impacto sostenible a largo plazo”. Así, Terra Viva tomó forma, fusionando la pasión de Roberto por el medio ambiente con su deseo de crear un espacio donde la comunidad pudiera florecer.
Legado de sostenibilidad
Roberto destaca la importancia de la sostenibilidad en Terra Viva. “Es más que un proyecto personal; es un compromiso con nuestro entorno”. El proyecto incluye medidas específicas para garantizar la sostenibilidad, desde prácticas agrícolas respetuosas con el medio ambiente hasta el fomento de la biodiversidad en la zona.
Al abordar los desafíos, Roberto comparte las lecciones aprendidas. Cada proyecto presenta desafíos y Terra Viva no es la excepción. Desde la gestión del suelo, limpieza de basura, protección de árboles, hasta la concienciación comunitaria, han enfrentado obstáculos que han fortalecido su compromiso y no descansará hasta verlo florecer y soñar con que las siguientes generaciones se vean beneficiadas de los frutos que hoy cosecha.
“Para poder invertir en Terra Viva tienes que sentarte a tomar un café conmigo y tener una conversación real. Tienes que pasar por el filtro de un café con el fundador”
Aprender a trabajar en armonía con la naturaleza es un proceso constante, pero
también gratificante para él, quien ha invertido alma, corazón y vida en este proyecto enfocado en la fauna y flora panameña.
Al profundizar en Terra Viva, Roberto nos cuenta sobre dos figuras fundamentales que desempeñaron roles esenciales en el desarrollo del proyecto. “Cuando decidimos llevar a cabo Terra Viva, fue crucial contar con profesionales comprometidos con la visión. Juan Manuel Vásquez, arquitecto excepcional, tomó la batuta del master plan. Su habilidad para traducir nuestra visión en un diseño arquitectónico coherente y funcional fue impresionante”.
El diseño del espacio verde, que se ha convertido en el corazón de nuestro desarrollo, fue confiado a la talentosa paisajista Titi Hernández, de Hiedra y Bambú. Titi no solo trajo su experiencia en diseño y planificación, sino que también se encargó de la siembra de los frutales en el parque central, e integró de manera armoniosa la naturaleza en nuestro proyecto”.
Destaca cómo la colaboración con estos profesionales fue esencial para la ejecución exitosa de Terra Viva. “Trabajar con Juan Manuel y Titi fue una experiencia enriquecedora. No solo aportaron sus habilidades técnicas, sino que compartieron nuestra visión de crear un espacio que promueva la sostenibilidad y el bienestar comunitario”.
“El parque central, diseñado por Titi, no solo es estéticamente atractivo, sino que también representa un enfoque holístico hacia la conexión con la naturaleza. Cada árbol frutal plantado tiene un propósito, contribuyendo con nuestra visión de un entorno sostenible y autosuficiente”.
Un compromiso renovado
Mientras conversábamos, Roberto compartió la historia de sus raíces, arraigadas profundamente en Coronado. “Mi abuelo fundó Coronado, y desde niño lo acompañé a la finca. Esas experiencias tempranas sembraron las semillas de mi amor por estas tierras, una conexión que atesoro hasta hoy en día y que es la base de mi compromiso con la región”. La historia de Coronado es también su historia. Fue en este entorno que aprendió a valorar la tierra, la naturaleza y la comunidad.
Como presidente de Coronado es Vida, Roberto dejó un legado importante y fortaleció el desarrollo de la comunidad para mejorar la calidad de vida de quienes llaman a este lugar su hogar. Cuando sintió que su labor estaba cumplida, decidió emprender otros caminos y dedicarse a su familia. Roberto tiene cuatro hijos y cuatro nietos. Tres mujeres Rebecca, Ana Cristina e Isabella y un hombre, Ithiel Roberto. Este, su último hijo, nació con una condición especial y junto a su esposa Patricia, se han dedicado a su cuidado incondicional.
A pesar de los cambios, la conexión de Roberto con Coronado y su compromiso con la sostenibilidad y la comunidad siguen siendo fuertes. “Mi relación con Coronado no es solo de negocios; es personal y emocional”. Ahora, con Terra Viva, busca honrar las raíces de su familia y contribuir con un legado que va más allá de las empresas: uno de cuidado y respeto por la tierra, mientras sueña con que algún día muchos disfruten la sombra de esos árboles y los frutos de esas cosechas.