viernes, octubre 25, 2024

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    Victoria Heurtematte. Reflexiones de una vida entre caballos.

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    Por PATRICIA ARAMBURÚ
    Fotos EVELYN SZCZEPANEK

    Victoria Heurtematte

    Conversamos con la atleta de 39 años sobre sus inicios en la equitación, el camino recorrido, los sacrificios y lecciones… y sobre todo lo que significa esta medalla de oro para su carrera ecuestre.

    Para la campeona de equitación panameña Victoria Heurtematte, el deporte y los caballos van de la mano y han sido su escuela de vida desde chica. La equitación le ha enseñado a ser perseverante, paciente y trabajar duro por lo que quiere; además, con los años ha aprendido a disfrutar
    plenamente del proceso sin importar el resultado.
    A sus 39 años, espera ser un modelo para sus hijos, Emma y Max, mostrándoles que soñar no cuesta nada y que siempre hay tiempo para perseguir nuestras pasiones.

    ¿Qué te inspiró a dedicarte a la equitación y cómo ha evolucionado tu pasión a lo largo de los años?

    Cuando era chiquita, bailaba ballet como la mayoría de las niñas. En ese momento no teníamos las opciones que tienen las niñas hoy en día. Ballet no era lo mío y luego de una función, en donde como siempre bailé en la última fila, en la esquina, casi que atrás de la cortina, al día siguiente mi mamá me llevó a una clase de equitación y el resto es historia. Mi hermana montaba en ese momento, y fue por ella que llegué al club de equitación.
    De chiquita recuerdo que esperaba con ansias las vacaciones para poder pasarme todo el día en el club. Mi pasión por la equitación es también por los caballos y la relación que uno crea con ellos. Siempre fue una parte importante de mi vida, hoy en día es mi terapia, lo que me recarga y me da energía para los retos que vienen por delante.

    «La equitación es un deporte muy especial, muy completo, lleno de retos diarios, pero al mismo tiempo muy gratificante. Tener la oportunidad de trabajar con animales tan extraordinarios como son los caballos es un privilegio”.

    ¿Cuál ha sido el logro más significativo en tu carrera hasta ahora y por qué lo consideras tan especial?

    El logro más significativo, sin duda, ha sido las dos medallas individuales obtenidas en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, una de oro y una de plata. Nunca había logrado nada ni cerca. Era mi primera vez compitiendo en estos juegos y era muy especial para mí, ya que mi abuelo paterno, Roberto Máximo Heurtematte, participó en la IV edición de estos juegos en 1938 en ecuestre, era parte de mi legado familiar.
    Adicional, son medallas históricas, las primeras medallas obtenidas en ecuestre en unos Juegos Centroamericanos y del Caribe para nuestro país.

    Ser campeona de equitación requiere disciplina, dedicación y esfuerzo. ¿Cómo ha influido tu pasión por este deporte en tu vida y en tu papel como modelo a seguir para tus hijos?

    En mi vida ha influido siempre, cuando fui a la universidad, mi ensayo para aplicar tenía el título “Mis profesores de cuatro patas”. El deporte y mis caballos me han enseñado tanto en esta vida; en especial a caerse y volver a levantarse, a ser perseverante, paciente, trabajar duro por lo que uno quiere y últimamente, creo que esto ha venido con la edad y madurez, a disfrutar a plenitud el proceso, sin importar el resultado.
    Para mis hijos espero ser un modelo de que soñar no cuesta nada y que siempre hay tiempo para perseguir nuestra pasión.
    Cuando quedé encinta de mi primera hija Emma dejé de montar, pensando que estaría contando los días para regresar.
    Cuando cumplió seis meses, me subí en un caballo y me dio mucho miedo. No volví a montar más por cinco años. No me hacía falta y me detenía el miedo de una mala caída, siendo madre. No recuerdo qué fue exactamente, pero un día me regresaron las ganas, como dice el dicho, me picó el bicho y empecé poco a poco, con miedo, pero como si nunca lo hubiese dejado.

    ¿Como mujer en un mundo dominado tradicionalmente por hombres, ¿has enfrentado obstáculos o desafíos particulares en el deporte de equitación?

    El deporte de la equitación es el único deporte olímpico en que las mujeres y los hombres compiten entre sí, una sola categoría sin distinción de género. A mí me encanta, siento que una vez estamos en la pista, todos somos igual de capaces y nos pone en igualdad de condiciones, como debería ser (risas), el caballo se convierte
    en el gran ecualizador.
    El único desafío particular es el de la maternidad, que nos afecta tanto en el deporte como en la vida profesional o política de las mujeres, ese tiempo de baja y la carga invisible que nos pesa más a nosotras, y hasta cierto punto nos limita, sigue siendo una desventaja que se refleja cuando te vas al ranking de los jinetes a nivel mundial, de los 50 mejores, solo hay cuatro mujeres, de las que sólo dos tienen hijos. Estos jinetes la mayoría están entre los 30 y 40 años, lo que significa que es la edad aproximada en donde los jinetes llegan a su pico, luego de muchos años de mucho trabajo, dedicación y sacrificio, pero para las mujeres es la edad en la que estás formando una familia o teniendo hijos.

    Mencionaste que nunca habías sentido tanto apoyo y camaradería como en esta última competencia donde obtuviste oro y plata, cuéntanos un poco más sobre este aspecto.

    En el mundo ecuestre somos una gran familia, especialmente en Latinoamérica. En estos juegos casi todos nos conocíamos, a algunos desde que tengo 12 años e inicié mi participación en competencias internacionales. A otros en estos últimos años desde que estoy entrenando en Estados Unidos, y a otros en el camino.
    En el área de calentamiento, antes de entrar a la pista te cruzas con sonrisas y buenos deseos de todos. El día de la medalla de oro me sentí muy celebrada y apoyada por los otros jinetes y sus delegaciones. Y entrando al último día, yo era la única jinete que no tenía faltas acumuladas, por lo que entraba de última, como líder, y recibí comentarios como “nadie se merece esto más que tú”, “estamos todos contigo”, “has sido lejos la mejor”, esto de jinetes que competían contra mí. No sé en cuántos otros deportes se vive algo tan lindo y en especial como eso.
    Otra particularidad es que mi entrenador era uno de los que estaba compitiendo por Venezuela, con una yegua mía que se llama Condara, que me la está entrenando. Ya estamos acostumbrados porque casi siempre competimos en las mismas categorías, y aunque él es mejor jinete, es tan buen entrenador que me ha llevado a poder ganarle en algunas ocasiones y en esta así fue.
    Mis medallas son de él también y de todo mi equipo, él es el que me entrena a mi yegua Scarlett y se encarga de todos los detalles (que son muchos) para que ella siempre esté al 100 %.

    La equitación es un deporte que requiere una fuerte conexión entre el jinete y el caballo. ¿Cómo cultivar esa relación especial con tus caballos y qué lecciones has aprendido de ellos?

    Mis caballos son como parte de la familia, así como los perros, solo que no pueden vivir en la casa. Trato de pasar la mayor cantidad de tiempo con ellos, aparte de cuando estoy montando. Me encanta consentir a mis caballos y buscar momentos en que puedo estar sola con ellos, ya sea
    en el establo o sacarlos a pasear. La conexión que tengo con Scarlett en particular es muy especial. Me encanta su personalidad, siento que nos parecemos (risas) y siempre decimos que ella está tan agradecida de haber llegado a nuestras vidas y nos lo demuestra cada vez más. Y digo nuestras porque ella es parte de la vida de varias otras personas que la cuidan, quieren y consienten cuando yo no estoy.

    ¿Cómo has logrado balancear tu rol como mamá y campeona de equitación? Seguro han sido horas de sacrificio y tiempo fuera de casa, ¿cómo logras mantener ese balance?

    No he logrado encontrar el balance. O quizás sí, pero igual se siente desbalanceado. Yo soy mamá gallina como dicen, y me cuesta mucho separarme de ellos. Es sin duda el reto más grande que he tenido en los últimos años. Cada vez se vuelve más difícil dejar a mis hijos. Al principio los llevaba más a los viajes, pero ahora que están más grandes, no es lo ideal sacarlos de su rutina, de la escuela, y tampoco me puedo concentrar y prepararme mentalmente si ellos están allá. A principios de año fue muy difícil emocionalmente, no sabía si estaba haciendo lo correcto, tenía miedo de que mis hijos me fueran a resentir el tiempo fuera de casa.

    A veces me decían comentarios que me hacían cuestionarme todo. Un día Emma me estaba contando algo y yo le dije, “acuérdate que ese día yo no estaba”, y me dijo “ah verdad, tú nunca estás”. Me he perdido momentos importantes de mis hijos, y el sentimiento de culpa era muy grande. Con ayuda y apoyo de varias personas pude navegar esos sentimientos, hacer partícipes a mis hijos de mi proyecto, explicarles lo que estaba haciendo, y seguir. Tengo mucha suerte de tener un gran apoyo para mis hijos cuando no estoy, entre mi esposo, sus hermanas, sus nanas, y varios familiares y amigas mías que siempre están pendientes de ellos. Es una bendición, sin ellos no sería posible.
    Lo que estoy haciendo siento que no es sostenible, no estoy segura de hasta cuándo puedo seguir, por ahora voy un día a la vez, mes a mes, con sueños por cumplir, pero al mismo tiempo tranquila de que si me toca dejar ese nivel de competencias mañana, estos últimos años los he aprovechado al máximo, y he logrado cosas que ni en mis sueños más locos jamás imaginé sería capaz de lograr.

    ¿Cómo te mantienes motivada y comprometida para seguir?

    Definitivamente, los buenos resultados lo ayudan mucho a uno a sentirse motivado, y la relación que uno tiene con los caballos. Y por otro lado, siempre estaré comprometida con el deporte, de una manera u otra. Desde hace varios años soy la presidenta de uno de los clubes de equitación en Panamá afiliados a Pandeportes, y a través de esa posición apoyo con el desarrollo del deporte en nuestro país.

    Como referente en el mundo de la equitación, ¿has tenido oportunidades de influir y motivar a otras personas a practicar este deporte? ¿Qué consejo les darías a aquellos que están interesados en comenzar en la equitación?

    Pienso que sí, una de ellas es mi hija Emma, solo que ella es mucho mejor que yo (risas). ¡A veces ella me enseña más a mí que yo a ella! A lo largo de los años si siento que he podido influir y motivar a varias niñas, yo siempre estoy tratando de ayudar de manera desinteresada y compartir mis conocimientos que he adquirido a lo largo de los años.

    ¿Hay algún logro o desafío que aún quieras alcanzar en tu carrera?

    Ir a las olimpiadas. Antes no me creía capaz, ¡ahora sí! Por mucho tiempo tenía el mindset equivocado y yo decía que no era suficientemente buena para eso. ¿Por que? No sé. Hoy en día sí me veo en unos Juegos Olímpicos, no sé si esté lista para París 2024, pero Los Ángeles 2028 está a la vuelta de la esquina. En noviembre participaré en los Juegos Panamericanos que será la competencia de más alto nivel que haya participado hasta el momento. Soñaba con esto desde hace mucho y no lo había podido lograr y sin planearlo mucho, ahí estaré. A veces hay que dejar que el destino haga su trabajo.

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